Review

Mario Kart 7

Remontando la franquicia a nuevas alturas
LEVELUP 9 Excelente

PROS:

Ofrece un buen nivel de personalización en la selección de autos

Buen balance en la dificultad

El modo en línea está bien diseñado

La opción de volar es divertida y agrega valor a la estrategia

CONS:

Inconsistencia en el diseño de las nuevas pistas

Los segmentos bajo el agua son engorrosos

El caparazón azul es excesivamente molesto

Las adiciones a Mario Kart no se limitan a identidad para tu vehículo, como dicta la costumbre, hay poderes y castigos que para esta versión de portátil tienen tres nuevos sabores. Con plena intención de ayudarte a aventajar sobre tus contrincantes, la armería fue expandida con The Lucky 7, el objeto más poderoso de la carrera gracias a ofrecer siete ítems aleatorios que puedes usar como escudo o para acosar al enemigo; es un hecho, su utilidad es obscena y es en exceso ventajoso, pero también es cierto que caerá muy pocas veces en el arsenal de cualquier competidor. Otro complemento innovador es la flor de fuego, que contrarrestando la novedad, sólo deja disparar hacia adelante o hacia atrás, sin demasiada precisión. Finalmente puedes utilizar la hoja de Tanooki, dotando a tu pequeño carro con una cola para golpear autos aledaños y sacarlos fuera de la pista; del nuevo repertorio es la alternativa menos útil y tal vez la más lamentable, cuya única función estratégica es guardarla mientras estás en posición intermedia y usarla al tomar la delantera como defensa a los embistes de tus colegas del volante, pues de otro modo tiene un limitado rango de ataque.

Pareciera que tras casi dos décadas y seis juegos que sirvieron como laboratorio de experimentación, al fin llegamos al punto de mayor depuración en cómo controlar los vehículos en miniatura. Recompensa para los veteranos que requieren estrategia y dominio del volante, pero sin dejar fuera a los novatos amén de un esquema amigable, el sistema de control se complementa con todos los derrapes aparecidos con anterioridad en la saga, que al ejecutarlos con magistral precisión ofrecen un ligero impulso, tanto en las sinuosas curvas como al despegar de una rampa.

Cada pista ofrece retos a vencer, además de competidores fantasma que debes derrotar
Cada pista ofrece retos a vencer, además de competidores fantasma que debes derrotar

En lo que concierne a escenografía, tenemos 32 pistas, 16 clásicas de títulos anteriores que recibieron un segundo aire en rediseño, como la memorable Rainbow Road, que aburrida de existir en soledad cósmica se trasladó a un sistema solar para incorporar un papel tapiz de tinte más imaginativo. Pasada la nostalgia, la otra mitad en la colección de pistas son totalmente nuevas y algunas destilan creatividad en su arquitectura, y no hay mejor ejemplo que Melody Motorway, una autopista musical compuesta de instrumentos de percusión, en la que cada nota suena al unísono con el girar de tus neumáticos.

A pesar de la nota inventiva, los circuitos de antaño son más atractivos, ya sea por familiaridad o tan simple porque están mejor construidos. Un caso que muestra la deficiencia es Wuhu Island, un gigantesco archipiélago que exige sortear los peligros en tierra al sumergirte incesantemente bajo el mar, pero pasas tanto tiempo en el fondo del agua que ya no es divertido. Y es que las secciones submarinas restan gran velocidad al vehículo, no es buen intercambio por más novedoso que sea darte un chapuzón. Contrario a este molesto fenómeno, las lanzaderas azules que te avientan a los cielos y despliegan un ala delta sobre tu kart, son más que disfrutables; controlar tu carro en el aire, clavándote o levantando la punta para ganar velocidad –como se maneja en Pilotwings– es un deleite que agrega una capa adicional de estrategia, tanto por evitar los peligros en tierra firme, como al calcular la caída sobre tu adversario, al menos mientras no seas derribado por una concha roja.

Como en títulos pasados, dispones de un modo de batalla basado en romper globos de otros jugadores o ganar el mayor número de monedas; es divertido siempre y cuando lo compartas con más personas y no con la computadora
Como en títulos pasados, dispones de un modo de batalla basado en romper globos de otros jugadores o ganar el mayor número de monedas; es divertido siempre y cuando lo compartas con más personas y no con la computadora

Competir contra la Inteligencia Artificial sirve para pulir habilidad, pero Mario Kart nunca ha tratado de disfrutarse en soledad, y es su multijugador el aspecto más fuerte e interesante de la experiencia que ofrece. Además de jugar con amigos en local, como ya es habitual en portátil, ofrece un robusto modo en línea, que brilla por ser el más cohesivo en la breve historia de la plataforma móvil. No es perfecto, como se ha comprobado con incontables juegos de Nintendo en el pasado, pero se tomaron algunas concesiones para hacerlo más accesible, dejándolo como ambicioso y funcional, vocabulario extraño cuando se trata de opciones online en sistemas de Nintendo. La característica más notable es poder crear Comunidades, las cuales pueden ser confeccionadas al tipo de juego que te plazca, proveyéndote un código asociado que puedes dar a cualquiera para que se unan a tu grupo y así competir, sin importar que no estén en tu lista de amigos.

Lamentablemente este aspecto está limitado por la rigidez de las opciones. Si quieres llevarte la fiesta de un enfrentamiento en 150cc a la reventada de globos, tienes que crear una nueva comunidad, en caso de necesitar bajar –o aumentar– la dificultad de la copa, debes iniciar una nueva partida desde cero. Es un misterio que no se permitiera cambiar estas opciones posterior a la creación, especialmente cuando no puedes unirte a demasiados gremios. Dejando atrás las contrariedades, unirte a un encuentro aleatorio es increíble, y competir con jugadores de todo el orbe fascinante. Es al jugar con personas reales que Mario Kart cobra autántico valor, y dejas de atenerte a trampas de la inteligencia artificial además de que ya no dependes de la suerte sino de tu habilidad.

Un gran problema del multiplayer es que de querer regresar al menú, debes esperar a que termine la carrera
Un gran problema del multiplayer es que de querer regresar al menú, debes esperar a que termine la carrera

Este último recorrido en la emblemática franquicia automovilística de Mario despierta emociones e ideas contrapuestas. Es un producto que intenta reinventarse al pulir las cualidades de entregas anteriores, pero en ese énfasis arrastra también defectos; por otro lado, decide no ahondar en una nueva dirección, y con ello se expone como falto de creatividad o hasta tedioso, en especial para algunos veteranos que ya perdieron la fe. El problema es que ante la necesidad de cambios, es difícil señalar las áreas débiles, pues aunque la magia del concepto se está perdiendo, Mario Kart 7 es irónicamente el mejor de su linaje. A pesar de la interrogante existencial, es sin duda la oferta más sólida en la serie, balanceada con la precisión ortodoxa del primer juego, junto al jugueteo infantil de los títulos más recientes, resultando en un éxito capaz de ofrecer incontables horas de eufórica diversión.

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