The Wonderful 101 presenta una intensa campaña formada por un prólogo, 1 epílogo y 9 capítulos con varios niveles cada uno. La duración de las escenas es variable, pero el juego cumple con las 20 horas que Kamiya prometió para la dificultad normal (el modo difícil se desbloquea al terminar el juego por primera vez). La progresión sigue un patrón in crescendo tanto en intensidad de la trama como en complejidad y adicción al gameplay, por lo que las primeras misiones y en particular el demo, que transcurren en las idílicas calles de Blossom City, no deben tomarse como completamente representativas del brillante y descabellado itinerario de la campaña. En ciertas partes me dejó pensando en la posibilidad de romper los límites de lo que había ocurrido hasta el momento, sólo para desmentir de manera asombrosa mi escepticismo una y otra vez. Aunque no revelaré mucho al respecto, diré que The Wonderful 101 alcanza niveles inverosímiles y estratosféricos en sus ambiciones y alcances, al grado de que hay momentos a la altura de la famosa línea inicial del anime Tenga Toppa Gurren Lagan: "¿Es que acaso todas las estrellas del firmamento son nuestras enemigas?"

En cuanto a la historia, diálogos y diseño de escenarios, The Wonderful 101 representa un esfuerzo tan cuidado y notable como el que películas como The Incredibles significaron en Occidente. Es decir, una recuperación vintage del género de superhéroes (en este caso japoneses, claro), enormemente consciente y pulida, que va del humor a la nostalgia y al entusiasmo auténtico por el material original que intenta devolver el trance maravillado de la mirada infantil al irónico desencanto del adulto. Todos los estereotipos están aquí, y son inesperadamente gloriosos: una increíble y espectacular variedad de monstruos estilo kaiju, un tema musical indeleble, un equipo de superhéroes con las más variadas y extravagantes personalidades, giros inesperados, chistes tontos, frases icónicas de medio pelo, traiciones y reconciliaciones, príncipes samurái del espacio que buscan redención y venganza, el héroe de la era de oro de los enmascarados (con peinado pompadour rocabilly que se convierte en taladro), rayos miniaturizadores y batallas tan grandes como el firmamento.

The Wonderful 101 es un producto absolutamente espectacular y entrañable y en sus mejores momentos es un representante perfecto del auténtico espíritu arcade, la chispa original que da vida a los grandes videojuegos. No es un reto fácil, ni se entrega a su público de la manera más sencilla posible, pero transpira tanta autenticidad, vida, orgullo por su arte y su oficio, que a pesar de sus imperfecciones menores es imposible olvidar que esta obra fue forjada con el metal más noble de todos.