Lo que los videojuegos nos enseñan sobre la vida.

El que busca, encuentra: ¿Cuántas veces te ha pasado que estás en un juego atorado, sin saber qué hacer? No hay sensación más desesperante y frustrante que estar atorado en un RPG, dando vueltas como idiota, sin saber dónde se supone que está el pueblo que debes visitar, cómo abrir la gran puerta cerrada que se interpone en tu camino, o dónde encontrar al NPC con el que debes hablar. Cuando eso pasaba, antes de que el internet invadiera nuestras vidas, había de dos sopas: o buscabas información fuera del juego como pudieras (un amigo que ya ha terminado el juego, revistas como Club Nintendo con sus Nintensivos o tips, etc. ) o seguías buscando en el juego, hablando con todos los NPC que pudieras, anotando pistas en un cuaderno o buscando en donde se pudiera por alguna pista, y así, hasta desatorarte. Al final, la clave parecía ser hacer algo que nunca antes habías hecho, apartarte de la rutina, y analizar el problema desde otra perspectiva, una que no habías contemplado antes. Lo que nos lleva al siguiente punto.

[Hay que pensar fuera de la caja: O lo que es lo mismo: a veces está bien buscarle tres pies al gato, o cuatro, o cinco, o seis. En juegos como The Legend of Zelda, los acertijos estaban estructurados de modo que te forzaban a pensar fuera de lo normal. El juego no te dejaba seguir adelante a menos que fueras capaz de crear en tu cerebro una nueva línea de pensamiento, o que desarrollaras una nueva forma de pensar. Problemas geométricos, de espacio, de tiempo, de simple lógica, o de pensamiento capcioso (de esos que te hacian perder una hora o más, hasta que dabas con la solución, que era tan obvia y simple que te hacía sentir como un idiota) de alguna manera nos enseñan en que a veces la resuesta, tanto en los juegos como en la vida, consiste en calmarse, respirar, y ver el asunto desde otro punto de vista. Y cuando dabas con ella, la satisfacción era ENORME, gracias al esfuerzo invertido. Lo que nos lleva al siguiente punto.

Los logros importan en proporción al esfuerzo invertido para conseguirlos: Recordemos la fábula del alpinista y del piloto del helicóptero.

“Un alpinista demoró tres días en escalar una montaña, pero al llegar a lo alto y ver la belleza del paisaje, consideró pagados sus esfuerzos... Un conductor de helicóptero rió:
“—Me basta hacer funcionar mi máquina y en un minuto estoy arriba sin cansarme inútilmente.
“Así lo hizo. Cuando estuvo al lado del alpinista, le dijo:
“— ¡No sé por qué encuentras hermoso este insulso paisaje!”

Otro ejemplo: a un tipo no le parecerá un gran logro ni le dará una gran satisfacción haber acabado RE3 si lo hizo con un cheat code que le diera invulnerabilidad o balas infinitas, o algo así. Simplemente quitará el juego y lo olvidará. En cambio, a un niño que termina el mismo juego, sólo con las balas que le da el juego y tratando de jugar lo mejor que pueda, le tomará mucho más tiempo acabarlo, y sufrirá, pero al final sentirá que su experiencia fue magnífica y recordará con mucho cariño al juego, convirtiéndose en uno de sus favoritos de todos los tiempos.
Lo mismo pasa con la vida, pues los logros que obtenemos, son satisfactorios por el esfuerzo que hicimos para obtenerlos, y como prueba de ello es que en el momento en que recibimos la confirmación de que ya la hicimos (cuando recibimos el diploma, cuando recibimos el codiciado beso de la chava que anhelamos, cuando nos dan el sí en la entrevista del trabajo) nos ponemos automáticamente a recordar todo lo que tuvimos que hacer para ello. Lo que está relacionado con el siguiente punto.

El grinding es necesario: En la vida real también tenemos grinding, básicamente el trabajo, que (al menos en la mayoría de los casos) consiste en hacer lo mismo una y otra vez, todo el tiempo. Cuando deseas ahorrar para comprarte unos tenis o lo que sea, y no habrá pronto un fuerte ingreso como el aguinaldo o las utilidades, no hay de otra: sigues trabajando y ahorras. La meta se logra con paciencia y con perseverancia, y aunque a nadie le guste el grinding en los RPG's, andar pelando con las mismas criaturas una y otra vez, o ir al mismo trabajo todos los días, pues no hay de otra. Sólo queda resignarse. Sería peor no tener trabajo.

Hay que salir: Las aventuras de los RPG's no ocurren en las casas de los protagonistas, en un ambiente que ellos conocen y en donde no hay peligros. Las aventuras siempre ocurren en un campo abierto y desconocido, lleno de aventuras y peligros a cada paso que das. Ah, pero no sólo hay peligros, también recompensas, buenos momentos, y premios ocultos sólo accesibles por aquellos que se empeñan en conseguirlos. ¿No es ésa la perfecta metáfora de la vida? Hay otro punto en común, y es:

Todo está permitido. No hay reglas que no se puedan romper. Tú tienes el control, y nadie más lo tiene: Así es, puedes seguir jugando siguiendo las reglas, o puedes hacer trampa y usar un cheatcode o un truco oculto. Puedes buscar las respuestas en algún otro lugar, puedes hacer que alguien más te pase una parte difícil. Puedes matar sin consecuencias, puedes arruinar tu juego, puedes crear uno perfecto como Billy Mitchell o puedes morir en el primer nivel, con una muerte patética como morir con el primer goomba en Super Mario Bros. Puedes arriesgarlo todo y ganarlo todo, o perderlo todo. No hay reglas que no se puedan romper. Es el caos el que predomina sobre todo. No hay nada seguro. Creamos las reglas para tener la ilusión de que podemos dominar ese caos del universo, y nos hemos vuelto muy buenos en hacerlo, pero en cualquier momento puede pasar algo imprevisible que nos obligará a jugar de otra forma.
Así que toma el control, y juega.