No soy el más grande fanático del famoso director japonés Mamoru Hosoda. He visto algunas de sus películas, y aunque me gustaron, casi todas comparten el mismo defecto: duran demasiado tiempo para las historias que cuentan, las cuales son muy simples, tanto que podrían contarse más cómodamente con un metraje menor. A veces llegaron a aburrirme, a decir verdad.
La razón por la que estaba emocionado con El Niño y la Bestia, su más reciente película, es The Wolf Children; un filme tan bueno que podría compararse sin problemas con una de Miyazaki. Al ver The Wolf Children pensé que el director había madurado hasta el máximo de sus facultades, y que su próxima película sería otra obra de arte.
Mmm... Resulta que me equivoqué bastante. El Niño y la Bestia tal vez sea su peor película. Sin duda alguna es bastante insatisfactoria. Veamos.
La historia comienza con una animación en 3D (tan buena que parece motion capture) de dos entes flamígeros que pelean entre sí, mientras la bella música suena de fondo, y dos voces incorpóreas nos cuentan un monton de exposition. Básicamente, el Gran Señor del reino de las Bestias (Jutengai) va a reencarnar en forma de Dios en nuestro mundo, y dos tipos, Iozen (un hombre jabalí) y Kumatetsu (un hombre oso), pelean entre sí por el honor de ser su sucesor. Mientras tanto, en nuestro mundo, el niño Ren escapa de su casa, debido al abandono de su padre y a la muerte de su madre, y, molesto y deprimido, vaga sin rumbo fijo por la ciudad de Tokio. Kumatetsu, quien pasea por ahí, recluta a Ren como su aprendiz, pues tener uno es obligatorio para ser el siguiente Gran Señor (y nadie del mundo de las Bestias quiere ser su aprendiz) y lo lleva a su hogar. Ahí, la relación entre ellos se desarrolla: comienzan cayéndose mal, el maik y el jameson_ son jotos, y al final terminan como algo más que simples amigos, sino más como padre e hijo adoptivo.
La historia es muy clásica, por no decir cliché, pero hasta la mitad esa historia trillada se va desarrollando muy bien, y en verdad disfrutas de la película. Lo más distintivo de las pelis de Hosoda es su impecable y bellísima apariencia. Aquí, aunque abundan los gráficos generados por computadora, la belleza máxima consiste en los fondos, los cuales fueron dibujados y pintados a mano. Da la impresión de que la película transcurre dentro de un libro de arte, y eso, en HD, se ve indescriptiblemente hermoso. La animación también es excelente, brillando en todo su esplendor en las esporádicas escenas de pelea.
Después de la primera mitad, Ren crece varios años, y regresa al mundo real. Es aquí en donde la película comienza a irse al caño. Estar en la ciudad de Tokio es algo muy aburrido después de haber pasado mucho tiempo en Jutengai, en donde se queda el buen Kumatetsu. La historia se enfoca a partir de aquí en Ren y en su angustia adolescente, en el vacío emocional que siente al haber crecido sin un padre, y en su dificultad por entrar a la universidad. Esto apesta porque Kumetatsu es un personaje mucho más carismático que Ren, y estar en Tokio es no verlo más y seguir su evolución como personaje. El centro emocional de esta película debió ser la relación entre Ren y Kumetatsu, y aunque a ratos pareciera que de hecho es así, todo ese tiempo que Ren pasa en Tokio hace que se pierda totalmente el enfoque, y al final de cuentas no sepas qué se supone que trata de ser la película. En pocas palabras, se sienten como dos películas en una. Una trata sobre un chavo aprendiendo a ser adulto, reconciliándose con los traumas de la niñez, y el otro se trata del maravilloso mundo Bestial, en donde la magia y las artes marciales y los colores brillantes y la música hermosa lo adorna todo. No habría ningún problema si hubiera una mayor cohesión entre todos los temas que aborda la película. Pero se sienten demasiado ajenos los unos de los otros. Y por ello, se siente que el filme está disperso, y sin un verdadero significado.
Otro problema importante es que la trama en sí no parece muy interesante, ni buena, ni original. Se siente como un reciclado intenso de cosas que ya has visto en otras películas, o series. Es un tema tan viejo que ya no es fácil despertar emoción con él, a menos que sea una obra redonda y buenamente realizada. Kumatetsu es muy carismático, pero Ren es plano y sin auténtica personalidad. ¿Cómo podría interesarnos una historia tantas veces vista, con un protagonista sin gracia?
Recomendaría esta película solo para ver el grandioso espectáculo visual que ofrece. Abundan, por ejemplo, escenas en donde se ven en pantalla a miles de personajes al mismo tiempo. Pero, además de eso, no hay mucho más.