La clasificación de contenido en los videojuegos (ESRB para América, PEGI en Europa) surgió como respuesta a la necesidad de estandarizar los contenidos y por las quejas de grupos de padres de familia iracundos a causa de que la violencia gráfica estaba llegando a ojos de sus hijos. Por otro lado, es bien sabido que hay muy poca conciencia en las familias al momento de comprar títulos y se hace caso omiso a la leyenda de advertencia en las cajas. Con el afán de hacer buen uso de la clasificación y dar fin a la controversia, el gobierno del Reino Unido desechará la British Board of Film Classification para alinearse con el estándar en el resto de Europa, a cambio de ser más estricto en las sanciones a las tiendas que no cumplan los lineamientos.
Por primera vez en la historia de esa nación, quien venda juegos a una perona de menor edad a la indicada en la restricción de la clasificación, tendría que atenerse a una sanción que va de multa a tiempo en prisión, dependiendo de la circunstancia. Sin embargo, la medida sólo será válida para ejemplares que se vendan en anaqueles, pues los juegos en formato físico vendidos por medio de tiendas virtuales o en plataformas digitales, quedan exentos. El ministro de la industria creativa británica explica que dará a los padres la confianza de que sus hijos tienen acceso sólo a los títulos apropiados para su edad, mientras que la industria en Gran Bretaña tendrá un sistema más sencillo para clasificar los juegos.
En relación con la falta de consciencia de la gente de cómo funciona este sistema, la administración británica planea lanzar una campaña nacional, en preparación al establecimiento de la ley el próximo julio. Por supuesto, habrá que mirar cómo se desenvuelve el órgano regulador y si en verdad hay un cambio significativo, que podría servir como ejemplo para otras regiones del mundo, en especial la parte de concientización.
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