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Aprovechar al máximo lo anterior será difícil. Amagar, por ejemplo, es muy complicado y requiere mucha práctica. Otros movimientos, como la pared o la capacidad de moverse viendo hacia la portería, son más sencillos una vez que aprendes en qué situaciones aplicarlos. Lo anterior puede provocar que los menos experimentados terminen utilizando los comandos más básicos en lugar de aprovechar el amplio abanico de opciones. A fin de cuentas, mayor libertad significa más dificultad.
Debo señalar problemas con la inteligencia artificial del título uno que sólo puede ser sorteado con una configuración de estrategia extrema y un control manual total. Los jugadores de tu equipo se atraviesan en el trayecto de la pelota (fallé varios goles debido a esto), se entrometen en tu camino y no saben colocarse en posición para aprovechar espacios vacíos. Esto complica el encuentro de oportunidades para avanzar. Si a lo anterior añadimos que el sistema de defensa consiste en presionar botones para ejercer presión sobre el atacante automáticamente, el resultado a menudo son partidos trabados en el medio campo.
Otro aspecto complejo es el ritmo para disparar. En muchas ocasiones que no logré perfilar al jugador para poder lanzar el disparo, a pesar de que presioné el comando de tiro metros atrás. El jugador simplemente seguía avanzando sin disparar, lo que provocaba que, tarde o temprano, perdiera el balón. Aquí es donde el fervor por simular a la perfección el deporte se entromete en el sistema de juego, cuya característica principal es que debería ser divertido. El problema principal, en mi opinión, es que la simulación produce azar que no depende del jugador, sino de factores que escapan de su control, lo que puede producir situaciones injustas en el terreno de juego.
Un ejemplo perfecto de lo anterior es cuando corres por el balón y marcas un pase pero, antes de que llegar a él, otro jugador ejerce una carga contra ti. Esto produce que llegues retrasado al balón. Bajo las nuevas circunstancias no tiene sentido la acción que elegiste, pero ya no hay forma de cancelarla: al tocar el balón, tu jugador la realizará automáticamente y, seguramente, terminará sacando el esférico de la cancha.
En el aspecto técnico, el juego sufre de tiempos de carga extensos, pero no arruinan la experiencia. Durante las repeticiones y en ciertas celebraciones también noté un leve descenso en la cantidad de cuadros por segundo, pero tampoco es grave. Por otro lado, fue extraño ver cómo las extremidades de los jugadores se introducían en las de otros por arte de magia en algunos festejos de gol. El nuevo motor de juego luce espectacular, pero estos pequeños detalles demeritan el esfuerzo realizado en otras áreas.
Las animaciones son mejores que en años anteriores, pero aún así noté que los jugadores flotaban mágicamente a una posición adecuada para disparar. La fluidez de sus movimientos es aceptable cuando la cámara está alejada, pero en las repeticiones son evidentes estos molestos detalles.
En cuanto a licencias, este año tendremos la exclusiva de la Primera División de Argentina, la Primera División de Chile, la AFC Champions League, la Copa Sudamericana y la Recopa Sudamericana. Adiciones importantes y que fortalecen la sólida colocación de la franquicia en Latinoamérica, aunque la franquicia todavía carece de algunos equipos clave.
Este año, PES 2014 se decantó por intentar simular absolutamente un partido de futbol. El enfoque principal fue el esférico: cómo se mueve, su peso preciso y a qué altura es recibido. Los jugadores también formaron parte fundamental de la ecuación. El contacto entre ellos en la cancha se siente más real y, por lo mismo, más aleatorio. Aunque los obsesivos podrán controlar con minuciosidad cada aspecto, nunca deja de haber un elemento de azar que puede actuar en su favor o en su contra. Más que nunca existe una tensión entre los controles asistidos y los manuales: ¿mayor control y mayor dificultad o menos control y más facilidad para jugar? La respuesta deberá evaluarla y responderla cada quien.
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