Filosofando con Sagat

Schutze está en el hospital por intentar aprender Muay Thai


Cicatrices

 

Sólo un
peleador demostró tener lo necesario para ser mi oponente, un joven de nombre
Ryu. El chico dio buena batalla, pero logré tenerlo justo en el punto final
para destrozarlo, fue en ese instante cuando una extraña y escalofriante
sensación recorrió mi espalda mientras el puño de Ryu se levantaba con una
furia salida del infierno, lanzando el golpe más brutal que había presenciado
jamás, no era un ataque normal para derrotar a un oponente, era un intento de
asesinato, todo sucedió en un segundo que parecía interminable; mi
carne estaba desgarrada por la furia de mi adversario.

 


Desde ese
momento, tuve la fijación fue vengarme de quien había desfigurado mi cuerpo
mientras destrozaba mi honor; mi patético aprendiz habló de cómo yo
había deshonrado el Muay Tai y me retó por el título de dios del Muay Tai; en esos
momentos no pensaba en lo que hacía y sus palabras fueron las de un hijo mal
agradecido, así que acepté con rencor en el alma. Entré en la batalla como un
tigre sediento de sangre, feroz y brutal, lastimé a mi discípulo al grado de
enviarlo al hospital por algunos meses, pero aún así consiguió quedarse con el
título. En realidad eso no me importó, mi mente sólo tenía espacio para la
venganza, lo único que deseaba era encontrar a Ryu y demostrarle al mundo que
yo aún era el mejor peleador.

 


 

El camino del
guerrero

 

Busqué
frenéticamente a mi némesis, pero en vez de eso encontré a alguien que prometió
ayudarme, un poderoso hombre al que llaman Bison. A cambio de mi ayuda usaría sus recursos para buscar a Ryu y obtener lo que yo quería, no había mucho
que decidir, eso era lo único que deseaba, así que acepté mientras el odio y la
sed de venganza me devoraban. Eso justamente le sucedía a un joven que
enfrenté, Dan Hibiki.

 


Era el hijo de
Go Hibiki, que había jurado vengar a su padre. El chico no tenía idea de lo que
hacía, pero logró enseñarme cómo la furia no era un arma que se puede usar en
un combate, sino algo que obstruye la mente y hace que los movimientos sean
torpes; me mostró la razón por la que había perdido ante Adon y que debía
despojarme de esos sentimientos si deseaba ser el mejor. Le permití
obtener el triunfo y sentirse vengado, por primera vez fingí una derrota.

 

La sombra de un
enemigo

 

Bison cumplió,
había traído a Ryu y me ofrecía una pelea contra él, pero algo estaba mal, era
el cuerpo del enemigo que deseaba derrotar, pero su mente no estaba ahí. Bison
había corrompido al único hombre que alguna vez ganó mi admiración y respeto,
había experimentado con ese instinto demoníaco que reside dentro de Ryu, un
monstruo que sólo desea matar, Bison no me había dado la herramienta para
saciar mi sed de venganza, había destrozado la oportunidad de encontrar a
mi adversario al darme sólo un caparazón vacío. Peleé contra Ryu de cualquier
forma, no para derrotarlo, sino para traerlo de vuelta, para hacer entrar en
razón a una persona que creo que en realidad estimo y tal vez de esa forma
podría demostrarle no al mundo, sino a mí mismo, que soy el mejor peleador.

 

Hay cicatrices
que nunca sanan por completo, otras de las que puedes avergonzarte o sentir
orgullo, las mías representan el camino que he recorrido, las cosas que tengo
que hacer en un futuro y también me recuerdan que los demonios de cada hombre son su
peor enemigo, derrotarlos es la victoria más grande.

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