Review

Interestellar

Un viaje sumamente entretenido
LEVELUP 8 Bueno

PROS:

Los efectos especiales complementan muy bien la narrativa

Hay mucha acción y suspenso

CONS:

Dilemas morales forzados

En ocasiones la narrativa resulta confusa

Las actuaciones son un poco forzadas

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Al la hora de la ciencia ficción, nunca es mala idea imaginar el momento en el que, gracias a la ciencia, los humanos encontramos un nuevo planeta para habitarlo. ¿O qué tal el misterio de la fuerza de gravedad, que a la fecha ningún hombre ha podido entender? Digo, al turistear por la física cuántica para dummies, nos enteramos de que existe la Teoría de las Cuerdas y que de 11 dimensiones sólo somos capaces de comprender 3; significa que, en alguna de las otras 8, hay muchas respuestas a nuestra existencia y propósito. ¿Y qué tal el escenario 'el fin del mundo', donde ya no hay comida para nadie? ¿Qué aspecto tendrían los planetas similares a la Tierra? ¿Cómo se podría viajar durante años en una nave espacial? ¿Y cuando se cae algo al suelo sin que lo toquemos, a qué se debe? ¿Fantasmas?

Esas situaciones que siempre provocan curiosidad, son el mayor gancho de Interstellar, el noveno largometraje del inglés Christopher Nolan, donde también se avienta a filosofar sobre la fuerza misteriosa del amor e invita al auditorio a debatir sobre su importancia real y su existencia. ¿Existe el amor? ¿Es la imaginación del hombre? ¿Es real?

Nolan sabe despertar esos sueños infantiles aventureros y nos lleva, literal y metafóricamente, a otros mundos

La situación en nuestro futuro es que el mundo se va a acabar. Casi no hay comida y, mientras tratamos de seguir nuestra vida normal, ni siquiera queda oxígeno suficiente y la crisis es seria. La última generación de humanos está en peligro de extinción. Por fortuna, Cooper (McConaughey), un granjero expiloto de pruebas de la NASA, y su hija Murph, descubren que la agencia espacial, que ya había sido desmantelada por el gobierno, aún existe clandestinamente, bajo tierra. En esas instalaciones Cooper se encuentra con el Profesor Brand (Caine) y su hija Amelia (Hathaway), quienes le informan a Cooper que existe un plan inmediato de llegar a una galaxia lejana donde hay probabilidades de hallar un nuevo planeta habitable; sólo faltan 2 cosas: saber cuál planeta es y resolver una ecuación casi imposible para usar la gravedad y enviar al nuevo planeta a toda la población de la Tierra de un solo golpe. Cooper es el único humano capaz de pilotear la nave, en la que también viajará su equipo de 4 personas (Amelia incluida) y un robot con forma de tableta de chocolate llamado TARS.

¿Sobrevivirá la humanidad en una Tierra devastada?
¿Sobrevivirá la humanidad en una Tierra devastada?

El dilema de Cooper es que toda la misión es un volado. No sabe siquiera cuánto tiempo tardará el viaje —al menos 2 años para llegar al agujero de gusano que está en Saturno y después todo es un signo de interrogación—. Tampoco sabe si encontrará un planeta habitable ni si, de encontrarlo, tendrá tiempo de volver y avisar a la Tierra, si es que aún queda alguien con vida. Por supuesto, su mayor ancla son sus hijos: un adolescente y Murph. Si no va, sus hijos morirán seguramente. Si va, podría o no salvarlos, y podría o no verlos de nuevo.

En una cinta de casi 3 horas de duración, Nolan aprovecha, como casi siempre, para plantear un dilema moral de sobremesa, esta vez adornado de ciencia ficción y viajes espaciales (respaldados con información real de física cuántica y esas cosas locochonas), en vez superhéroes y supervillanos de DC Comics.

El mayor atractivo de Interstellar es de la misma naturaleza que la que nos llevó a comprar una revista científica de alberca. ¿Quién no se siente atraído por el encabezado "La verdad detrás de Yeti"? ¿O, "Los OVNIS que la NASA esconde"? Hasta los de la sección de Ciencia de los diarios nos hacen salivar cuando vemos el encabezado "Científicos descubren exoplaneta igual a la Tierra". Así como era emocionante ver los planetas de Star Fox en el SNES, la idea de ver adónde llegan estos astronautas y cómo le hicieron para viajar, es muy atractiva. Y cuando tenemos esas respuestas en la pantalla, llenas de acción, suspenso y emoción, recordamos que Nolan sabe despertar esos sueños infantiles aventureros y nos lleva, literal y metafóricamente, a otros mundos. La cinta tiene, claro, explicaciones científicas y datos de trivia que encontramos en cualquier galleta de la suerte. ¿Por qué un agujero de gusano se vería cuadradito en vez de redondito? Eso se explica con un lenguaje fácil de entender y eso es lo atractivo: Nolan, como en El Mundo de Beakman, nos hace pensar que entendimos todo y que salimos con un diploma por ser tan científicos. Y es un truco bien logrado si uno se deja llevar, sin preguntar nada. Charlatanería válida (y respaldada por un asesor que sí sabe de agujeros negros).

Fantásticos efectos visuales
Fantásticos efectos visuales

Por otro lado, Nolan abusa. Se engolosinó con la potencialidad de sus descubrimientos y quiso tratar de plantear los problemas de los viajes en el espacio, la relatividad del tiempo y hasta la ética profesional de un astronauta. Y del amor. No sé si agradecer o reprochar que se respondan todas las dudas que el espectador tendría. A diferencia de Inception, donde el final está abierto (¿se cayó, no se cayó la prinola? ¿Era un sueño? ¿No era?), así como varias preguntas de la trama, aquí ocurre todo lo contrario. No sólo sabemos si "se cayó o no se cayó la pirinola", sino quién la recogió, dónde la compraron y los 20 años posteriores. Ni siquiera la última pregunta queda sin respuesta, aunque no se ve en la pantalla. Hay sorpresas y giros de tuerca en la historia poco agradables, pero emocionantes; el problema es que todo es tan explícito que se siente hasta vulgar.

Desearía poder desmenuzar cada escena cursi y ridícula, pero eso arruinaría la diversión de los que no la han visto

La trama, a lo largo de las 3 horas, en ningún momento resulta confusa, aunque sí rebuscada. Además, tiene escenas que son evidentes vehículos lacrimales para el espectador. Con un "¿Pero, cuándo volverás, papá?" cualquiera siente un nudo en la garganta. A la hora de llegar al tema de amor de pareja… huy… chilladera. Emotiva para algunos, chantajista para mí, cada tema y dilema moral que Nolan plantea en los personajes se siente forzado. Desearía poder desmenuzar cada escena cursi y ridícula, pero eso arruinaría la diversión de los que no la han visto. Créanme, hubo momentos en la sala en los que pensé que la emotividad de Interstellar era tan conmovedora como una trova de Fernando Delgadillo. Claro, esa es mi opinión, porque la cantidad de sollozos en la sala denotaron que el chantaje funciona por estado emocional y no por razones de gusto.

En cuanto al espectáculo visual, la cinta cumple perfectamente su cometido. Los vistazos a los mundos extraterrestres, los encuadres y la iluminación, son puntuales en todo sentido. En la edición me pondría quisquilloso, pero en eso nadie se fija. La oferta de Interstellar sumerge y nos lleva de la mano en un viaje sumamente entretenido, en el que no hay ningún momento aburrido, aunque sí los hay ridículos, absurdos, increíbles, interesantes, descuadrados, inadecuados y atinados.

Por si fuera poco, Interstellar es una película pornográfica para los amantes de los datos científicos curiosos. Sí, quienes se consideran amantes de la ciencia y diario se informan en io9, van a enamorarse de esta producción.

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