Los últimos años en el gaming llevan la marca de los despidos, las cancelaciones y los cierres de estudios. Los meses recientes mantienen ese “baño de sangre” a nivel interno, pero la industria ya lo llevó hacia afuera y, sí, van por ti.
Hoy, hablamos de sinsentidos, como que una consola cueste más hoy que hace 5 años, cuando se estrenó. Que un Xbox Series S sea más caro que un PS5. Que los videojuegos cuesten $80 USD o más si Take-Two confía en su muchacho GTA VI y el FOMO. Y bueno… cómo no pensar en ello cuando se demostró que el negocio depende de UN VIDEOJUEGO, ¡UNO!
Miramos con asombro que Nintendo castiga la billetera del jugador después de tener la consola más exitosa (que vendió unidades y juegos como nunca). Que Microsoft y Xbox se dispararon en el pie cuando, por fin, su ecosistema dio signos de mejoría notable. PlayStation no pasa desapercibido, pues los aumentos de precio de sus productos están en marcha y poco a poco cubrirán el mundo, así que no serán un paladín prousuario.
Éste no es precisamente el trato que esperas como consumidor. La razón de estas decisiones y sus resultados es que las compañías tienen que cumplirle a sus verdaderos clientes, cueste lo que cueste.
Gamers: los mejor portados y los más castigados
Quiero señalar que el título y concepto de esta editorial parte del excelente video The games industry is screwed, que realizó Alanah Pearce inspirado en el impresionante análisis The State of Video Gaming in 2025 de Matthew Ball. A grosso modo, la periodista y escritora da en el clavo porque señala la cruda realidad de la industria en la actualidad: “el cliente de los videojuegos es la Bolsa de Valores y no los jugadores. Tú, sólo eres un consumidor, un vehículo para lograr el éxito en el mercado bursátil”.
Sé que los videojuegos son un negocio, una “industria creativa”, no son un movimiento cultural expresado a través de algún arte que fue absorbido por el malévolo corporativismo para convertirlo en un producto procesado. Sin embargo, hay diferencias notables entre lo que fue antes de 2023 y lo que es desde entonces. Hoy, es un tornado sin rumbo fijo que destruye todo a su paso y que hoy levanta un cuestionamiento sobre la relación con sus consumidores.
Vamos con unas notas específicas. En las últimas semanas, los reflectores se enfocaron en Switch 2. No por su precio, sino por el de sus videojuegos y la polémica de las Game-Key Cards. Estas decisiones establecieron las bases de la nueva generación de Nintendo tras el éxito de Switch que, a la postre, será la consola mejor vendida en la historia de la compañía y que ha vendido más de 1350 millones de copias de todos los juegos dentro de su librería.

Quizás algunos pecamos de optimistas o ingenuos porque pensamos que el buen momento de Nintendo se engancharía con la respuesta de sus seguidores y entonces pondrían en el mercado una propuesta completamente amigable con el usuario. No fue así. El estándar de $80 USD llegó para quedarse. También el medio que da la estocada mortal al formato físico, ambos modelos de negocio surgieron de una compañía que se consideró bastión del tradicionalismo del gaming en medio de las nuevas tendencias.
Luego, tenemos a Microsoft Gaming. La semana fue de claroscuros. Debo reconocer que fue motivante realizar la nota del reciente reporte financiero de la compañía y ver que su negocio de videojuegos, contra pronóstico, tuvo indicadores alentadores. Incluso las ventas de Xbox Series X|S se recuperaron y el porcentaje de caída quedó en un solo dígito. ¿Qué sucedió? Por primera vez en esta generación, Xbox tuvo una cadena de buenos lanzamientos durante varios meses y 2025 pinta mejor. La respuesta del mercado fue inmediata y, mientras el debate estaba entre PlayStation 5 y Switch 2, Microsoft se encargó de decir “hey, por fin lo estoy haciendo bien”.
Lamentablemente, fue cuestión de horas para que el trago se volviera amargo. Un anuncio de aumento de precio en Xbox Series X|S, controles y accesorios. También la advertencia de que esta temporada de fiestas verá los primeros juegos de $80 dólares por parte de Xbox Game Studios. Fue inevitable pensar en cómo es posible que Xbox responda así a uno de sus mejores trimestres financieros en años.
Por su parte, PlayStation opera con discreción y anunció aumentos en PlayStation Plus, así como de los modelos de PS5 en algunos mercados. Todo, mientras PS5 se mantiene como la consola líder en mercados importantes y anuncia detalles de uno de sus “pesos pesados”, Ghost of Yotei, con una serie de tweets y publicaciones que no imaginaríamos para un AAA de PlayStation Productions y, menos, en plena sequía de exclusivos. Parece que no le importa generar hype para el usuario de su consola
Las 3 grandes compañías caen en el mismo discurso corporativo: la fluctuación de divisas, los aranceles, la inflación, etcétera. Todo aquello que se relaciona con la narrativa que priva en la industria en estos momentos y que muestra la raíz del problema.
Un solo juego se cargó al gaming en 2025
“La industria está jodida”, señala Alanah Pearce. Pero no se trata de una quiebra ni de una crisis como la de los 80. ¿Qué ocurre? Simplemente, que compañías de hardware y editores no saben cómo cumplir con las expectativas de inversionistas que se generaron en el periodo de la pandemia. Apostadores que poco a poco están abandonando el gaming porque no tuvo el crecimiento sostenido que pronosticaron sus firmas de inversión.
Muestra de ello, parte verdad y parte especulación (pero bien fundamentada), se encuentra en el anuncio del retraso de GTA VI.
No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que los primeros en saber de este cambio en la fecha de lanzamiento fueron PlayStation y Xbox. Firmas de análisis llevan años pronosticando que el lanzamiento del nuevo juego de Rockstar Games resultará en un aumento significativo en la venta de las consolas de Sony y Microsoft en esta generación. Claro, eso proyectando el ansiado debut en otoño de 2025. La realidad fue diferente y la nueva ventana es mayo de 2026. ¿Un boost en la venta de consolas en tu 6.° año de generación? Suena poco atractivo.
Asimismo, la industria en general esperaba el lanzamiento de GTA VI para revertir los resultados negativos que se registran mes con mes. El año pasado, Yves Guillemot, director de Ubisoft, negó temer la salida del nuevo GTA. Señaló que sería benéfico para todos porque aumentaría las ventas de videojuegos. Esta idea la comparten analistas de EUA y Europa. Pero todo se vino abajo la semana pasada cuando Take-Two y Rockstar Games confirmaron el retraso de GTA VI.
La esperanza de remontada para este año se esfumó y alguien tiene que pagar, ¿verdad? Mat Piscatella, analista de Circana, atinó al declarar: “el retraso de GTA VI no significa que habrá mucho dinero disponible para otros juegos en 2025. Simplemente significa que gran parte del dinero que se habría gastado en videojuegos este año desapareció”.
Jason Schreier aseguró que esa ventana de otoño de 2025 carecía de credibilidad en Rockstar Games. Todos sabían que el juego no saldría este año. Aquel trailer y menciones en los reportes financieros sólo buscaban apaciguar a los inversionistas. No es casualidad que el retraso tirara el precio de las acciones de Take-Two y que de repente varios editores tomen decisiones radicales para solventar el presente año, pues ese título cargado de un FOMO sin precedente que traería de regreso a quienes dejaron de jugar en el periodo postpandemia, no llegará en 2025.
Si no eres el siguiente Fortnite o Call of Duty, ni lo pienses
“Los inversionistas quieren juegos como servicio y eso es lo que les dan las compañías”, otra mención de Alanah Pearce que pone el dedo en la herida. Suelen decir que el diablo está en los detalles y vaya que es así. Algo que pasó desapercibido fue la declaración de Strauss-Zelnick, jefe de Take-Two, al referirse a GTA VI no como videojuego, sino como “experiencia de entretenimiento”. Ya sabemos lo que eso significa para la industria en la era de Fortnite.
El asunto es que no se trata propiamente una abstracción o concepto del juego como servicio. En realidad se refiere al modelo de negocio que apunta a los resultados financieros que alcanzan los mejores exponentes del mercado. Otra locura, desde mi punto de vista. EA despidió a cientos de trabajadores y, de paso, bajó la guillotina contra 2 proyectos en Respawn Entertainment, estudio que hace apenas 6 o 7 años se consideraba el salvador de la compañía después del escándalo con los juegos de Star Wars.
Uno de esos proyectos era un shooter de extracción inspirado en el universo de Titanfall en lo que se perfila como una tendencia liderada por Escape from Tarkov. Vamos, hasta Marathon, con todo y las polémicas de Bungie, generó expectativa porque resulta lógico que los Battle Royale saturen al público y hay interés en probar algo nuevo. Sin embargo, un shooter de extracción de Titanfall no parece suficientemente bueno (como negocio) para los estándares de EA y sus socios. Es cuestión de perspectiva, pues si se piensa al género como el siguiente Fortnite o Call of Duty, estás frito. Lo terrible es que ni siquiera tengan la oportunidad de salir al mercado y probarse ante los jugadores.

Ok, sólo soy un consumidor, no el centro de la industria. ¿Qué hago?
En su reciente artículo de opinión, Jason Schreier desea buena suerte a quienes vendan sus juegos en $80 dólares. Compara el inminente aumento de precio con los que, hasta ahora, son los juegos mejor calificados del año: Clair Obscur: Expedition 33, Split Fiction y Blue Prince. Todos ellos con un precio por debajo de los $60 USD.
¿Votar con la cartera? Difícilmente sucederá y su potencial de éxito es mínimo pues es nadar contracorriente contra millones de jugadores que consumen en masa. De hecho, tendremos que hacerlo más por necesidad que por convicción. Dados los aumentos de precio, se considera que el jugador será más selectivo con sus compras. Mientras tanto, las compañías están a la expectativa de esos millones de usuarios que dudan sobre si seguir o no en los videojuegos. Desde 2022, el número de jugadores ha disminuido y eso tiene en llamas a la industria, pues aquellos que llegaron por moda se retiraron tras el regreso a la normalidad.
Pese a ello, la industria no se está cayendo a pedazos. Está regresando a la normalidad que existía antes de la locura de las inversiones y la intromisión de los capitales de riesgo. Claro que este retorno resultó en un sacrificio de recursos humanos. Irónicamente, las promesas imposibles de cumplir las hicieron los directivos, pero los despedidos fueron los trabajadores.
En este momento, vale la pena mantener la calma y ver a la industria con otros ojos. Unos más críticos. Dejar por un momento la pasión del gamer y analizar qué significamos como consumidores y el papel que tenemos en el negocio. No debe haber más espacio, por el momento, para el romanticismo o el sectarismo.
Esa idea de que sí o sí tienes que comprar un juego en día 1 a precio completo “por amor” al gaming y para beneficiar a los desarrolladores no tiene cabida. Al contrario, es necesario convertirlo en un punto de partida para el análisis y la crítica porque no está bien que la certidumbre laboral y todo lo que eso conlleva se juegue en una apuesta definida por preventas y las primeras semanas en el mercado. Los desarrolladores tienen que hacer su parte como gremio y considerar otras vías, como la sindical, para poder caminar en terreno firme y no fangoso.
“Hay que revisar y ser vocal en los canales directos de las empresas si tal o cual juego, servicio o consola fue o no de tu agrado. Nadie va a quitarte la credencial de gamer honorario por ello”
Al mismo tiempo, y ya que terminaremos pagando los platos rotos con incontables aumentos de precio y nuevos modelos de monetización, es importante ser más exigente que nunca. No te voy a decir en qué gastes tu dinero, pero sí que exijas respecto a aquello por lo que pagaste. No hablo de elementos subjetivos, como la historia, el arte, el diseño o las mecánicas que pueden o no ser de tu agrado. Me refiero al estado de lanzamiento de un juego que, en teoría, debería ser jugable de principio a fin en un estado óptimo. Hay que revisar y ser vocal en los canales directos de las empresas si tal o cual juego, servicio o consola fue o no de tu agrado. Nadie va a quitarte la credencial de gamer honorario por ello.
No está de más recordar que, pese a lo que se vive en el gaming en este momento, hay muchísimas opciones fuera del mainstream que valen la pena. Bien dicen que la innovación y el riesgo se toma en la escena indie y AA. Quizá la ausencia de GTA VI este año otorgue el espacio que necesitamos para repensar nuestros gustos y analizar la amplitud de propuestas que existen en el mercado. Digamos que la borrachera se acabó. En este momento, estamos viviendo la resaca y después todo regresará a la normalidad, aunque nada será como antes. Después de todo, pagar $80, $90, $100 dólares o más no será remedio de nada, así que no somos salvadores.
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