El pasado 15 de julio tuve la oportunidad de probar una versión preliminar de Dying Light: The Beast durante un evento en Los Ángeles, California. El demo me ofreció cerca de 4 horas de juego en las que pude explorar libremente Castor Woods, completar varias misiones y hasta conducir vehículos. Además, confirmé el enfoque más oscuro y emocional que Techland quiere lograr con esta entrega. Lo que viví fue la evolución de la fórmula que conocemos y también una nueva declaración de intenciones.
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Y es que desde el primer minuto, The Beast deja claro que no quiere darte tregua. No hay cinemáticas demasiado prolongadas ni tutoriales cansones que suavicen la entrada: el juego te lanza a un mundo hostil y decadente con la misma furia que carga su protagonista. Estás solo, herido y rodeado de enemigos. Es un arranque agresivo, de esos que se sienten como un “bautizo de sangre”, y que marcan el tono brutal que tendrá el resto de la aventura.

Un nuevo mundo que respira desesperación
Castor Woods es una región ficticia y representa un cambio importante respecto a las ambientaciones anteriores de la franquicia. No hay rascacielos para escalar, ni panorámicas de ciudad vibrante: aquí te espera un paisaje rural, boscoso, devastado por la infección y lleno de secretos. Su diseño me pareció misterioso y lleno de personalidad. Aun cuando hay espacios abiertos, sentí que el entorno estaba diseñado para transmitir una constante sensación de vulnerabilidad. El arte del juego refuerza esa idea: cabañas en ruinas, árboles torcidos, caminos destruidos… todo parece estar maldito.
La atmósfera es un triunfo para los desarrolladores y será un deleite para ti. Uno de los aspectos que más me sorprendió fue cómo Techland reduce la música al mínimo para permitir que el ambiente hable por sí mismo. Escuchas el movimiento de las hojas, tus pisadas en el lodo, a lo lejos un grito o gruñido que no sabes si es humano. Es un tipo de inmersión que no depende del espectáculo visual, sino del diseño sonoro y del ritmo narrativo, y funciona muy bien.

El parkour, ahora más físico y retador
Moverte por Castor Woods es una experiencia diferente a la que ofrecían Villedor o Harran. El parkour sigue siendo fundamental, pero ahora se siente con un matiz más físico, más orgánico. Trepar árboles, colarte por rendijas o balancearte entre ramas exige atención y práctica. La perspectiva en primera persona a veces me hizo dudar de si lograría alcanzar una saliente, pero con el tiempo todo comenzó a fluir de forma más natural.
Me gustó mucho la manera en que el juego usa el entorno para empujarte a improvisar. En varias ocasiones tuve que arreglármelas de diferentes formas, ya que no había una ruta clara hacia cada objetivo. Usé la verticalidad, saltar techos inestables, entrar por varias ventanas y agarrar cuerdas de dudosa resistencia para no caer al vacío. Fueron secuencias intensas y divertidas que me hicieron sentir como si estuviera escapando de una verdadera amenaza. Aquí, el parkour no es sólo estilo: es supervivencia.

El combate más violento de la saga
No hay rodeos: The Beast tiene el combate más visceral y sangriento que haya visto en la franquicia. El enfoque en la acción cuerpo a cuerpo sigue presente, pero ahora viene con una mejora brutal en cuanto a física y animaciones. Utilicé machetes, tubos de metal, arcos, un hacha improvisada y hasta una pistola oxidada. Cada golpe que di se sintió como una pequeña victoria sobre la tensión que hay en todo momento.
La violencia no es gratuita: está justificada. Kyle Crane regresa después de 10 años de encierro, tortura y experimentación. Está lleno de rabia, y eso se refleja en su forma de pelear. El sistema de combate premia el enfoque directo, pero también permite el sigilo y la astucia. En una de las misiones, atravesé una zona ocupada por infectados y decidí eliminarlos uno por uno sin que me detectaran. El juego me lo permitió y se sintió igual de satisfactorio que entrar golpeando a todos. El sigilo será un gran aliado siempre, te lo prometo.
Una de las mecánicas más impactantes es cómo el juego representa el daño: si cortas un brazo, la física y la animación responden con precisión quirúrgica. La sangre salpica, los enemigos gritan y el entorno queda manchado. Sin importar en qué dirección apuntas el filo de tu arma, así se verá el corte en los zombies. Técnicamente, es una proeza.

El modo Bestia: liberar al monstruo interior es muy satisfactorio
La gran novedad jugable es el Modo Bestia, una transformación que puedes activar cuando se llena la barra especial de energía de Crane. En ese estado, se vuelve una fuerza de destrucción imparable. Incluso puede mejorar y aumentar sus capacidades con el avance del juego. Lo activé por accidente la primera vez, y lo que ocurrió fue impresionante: con movimientos salvajes y golpes demoledores, barrí con un grupo de enemigos que me tenían acorralado. Fue rápido, visceral y adictivo… muy adictivo.
Este modo tiene un límite de tiempo, pero puede usarse estratégicamente. A veces lo activé justo antes de morir para revertir una situación imposible. En otras, lo guardé hasta entrar en una emboscada. Imagina lo que me pasó: estuve rodeado de zombies en habitaciones con poco espacio y estaban a punto de derrotarme. No había tiempo para curarme con comestibles ni con vendajes, así que ataqué hasta que la barra que mencioné me permitió activar este modo. Entonces, Crane perdió el control, desató su furia, se volvió inmune a prácticamente cualquier cosa y acabó con todo lo que lo rodeaba.
Ver esos momentos en los que estuviste a punto de ser derrotado y gracias a este nuevo modo desquitarte y mover la balanza a tu favor cuando ya todo estaba perdido se siente bien y sin duda, es uno de los mejores puntos del juego.

El regreso de Crane: un protagonista menos humano y más roto
Volver a jugar como Kyle Crane fue una de las cosas que más disfruté. Sin duda, el equipo quería explorar una faceta más oscura del personaje, mostrar cómo ha cambiado tras una década de abusos y experimentos a manos del nuevo villano, el Barón, y eso se nota.
Crane ya no es el idealista de antes. Es alguien marcado, enfadado, dispuesto a todo. Su regreso en Castor Woods no sólo es una misión: es un ajuste de cuentas. Aunque me faltó explorar a fondo la narrativa, pronto supe que hay una historia personal de redención y venganza, que le da mucho más peso a cada una de tus acciones y provoca que quieras saber qué sucederá más adelante en la historia.

La noche sigue siendo la peor parte y la mejor también
Una de las marcas de identidad de la saga es cómo cambia el mundo al caer la noche. Y aquí, esa idea alcanza nuevos niveles. En cuanto el Sol se va, The Beast se vuelve otro juego: los enemigos se multiplican, son más rápidos, agresivos e inteligentes. La oscuridad es casi total, y usar la linterna puede delatarte. En más de una ocasión, me vi obligado a apagarla y quedarme quieto para evitar cualquier ruido mientras escuchaba pasos a centímetros de mí.
Jugar de noche no es recomendable… a menos que quieras vivir momentos de verdadero terror. Usé el parkour para escapar por los tejados, me oculté detrás de varios muros y objetos en el camino y confié en el Modo Bestia para abrirme paso. Nunca me sentí seguro, y eso es justo lo que el juego busca y lo que disfruté. Esa tensión constante es uno de los mayores aciertos del juego. Te aseguro que la pasarás mal en el mejor sentido de la palabra. Claro, sólo si eres alguien que quiere un gran reto.

Misiones, exploración en 4 ruedas y… ¿un guía turístico?
Durante esta versión preliminar, pude completar 4 misiones principales y 2 secundarias. Todas ofrecieron variedad: batallas intensas, enemigos con habilidades importantes, investigación y toma de decisiones. Además, también encontré muchos detalles al explorar por mi cuenta: rescates de personas indefensas, objetos para mejorar mi inventario y hasta una mascota adorable, digo, guía turístico llamado Bober the Beaver. Este castor se encarga de promover la región con diferentes datos y hasta aliviar la tensión en algunos instantes. Fue una sorpresa encantadora y curiosa que demuestra que el juego no teme salirse del tono para ofrecer pequeños momentos de respiro.
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También pude conducir vehículos desde muy temprano en la aventura. A diferencia de The Following, aquí los controles se sienten más pulidos. Usé una especie de buggy reforzado para atravesar caminos infestados y atropellar zombies sin piedad, algo que da variedad al gameplay. Si eso no fuera suficiente, se hace más emocionante cuando los muertos vivientes brincaron a mi parabrisas para tratar de atacarme, entonces hacía la típica jugada: frenar en seco para que salieran volando y después atropellarlos como en una película de acción.
El juego cumple en aspectos técnicos y tiene extras interesantes
Técnicamente, el juego luce sólido. A pesar de que se trata de una versión preliminar con algunos errores por pulirse, me impresionaron las animaciones, el detalle en los modelos y sobre todo, el trabajo de audio. El entorno se siente vivo, y cada sonido parece tener una intención: advertirte, confundirte o sumergirte más en la tensión. Ya hablé sobre el uso menor de música para explotar los sonidos de los alrededores. No obstante, a nivel visual el juego mezcla momentos de belleza en escenarios decadentes y llenos de gore que podrías ver por horas.
Y si eso fuera poco, Techland me sorprendió agregando textos en español latino en el demo, por lo que podríamos decir que así estará desde el día 1 de su lanzamiento, lo cual se agradece para una experiencia más cercana y accesible. Qué bueno que el equipo pensó en los fans de nuestro territorio.
La bestia despertó y viene por ti
Después de pasar 4 horas intensas con Dying Light: The Beast, puedo decir con seguridad que sus responsables están cocinando algo especial. La entrega se siente impresionante y ofrece varias opciones nuevas que dan frescura al gameplay, pero también conserva otras que son referencia de la saga. El Modo Bestia, el ciclo de día y noche, la gran variedad de armas, el uso de vehículos, un nuevo villano, efectos bastante gore en los cuerpos de los zombies y el regreso de Kyle Crane hacen que The Beast luzca bastante bien.
Todo el tiempo que jugué se pasó en un abrir y cerrar de ojos y, aunque no pude probar el multijugador que incluirá la versión completa, el juego promete bastante y ya me confirmó que la experiencia será digna y se disfrutará como imaginé. Solamente falta esperar hasta el 19 de septiembre para conocer a fondo Castor Woods en consolas y PC.
Sí, me quedé con ganas de más. Y si lo que vi es sólo el inicio, entonces prepárate, porque la bestia apenas despertó y viene por todos.
¿Qué es lo que más esperas de este juego? Cuéntanos en los comentarios.
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