Donkey Kong Bananza

Nintendo Switch 2

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Nintendo Switch 2

Prepárate para una nueva y salvaje aventura con DK en un juego de acción y plataformas en 3D. Explora un inmenso mundo subterráneo repleto de secretos, desafíos y enemigos… ¡y ábrete camino a golpes! Trepa, lanza objetos, aplasta todo a tu paso y sumérgete en una experiencia llena de energía con el simio más querido del gaming. Donkey Kong Bananza es la evolución que esperabas de la franquicia, con mecánicas frescas, escenarios espectaculares y mucho ritmo tropical.

+Lo bueno

  • Jugabilidad fluida y envolvente
  • La destrucción como mecánica central es divertida y original
  • Coleccionables con propósito
  • Diseño de niveles abierto y bien estructurado
  • Una carta de amor a la historia de Donkey Kong

-Lo malo

  • Problemas de cámara en espacios cerrados
  • Jefes poco desafiantes
  • Algunos escenarios no son memorables

Reseña

La historia de Nintendo no se puede escribir sin considerar a uno de sus personajes más importantes: Donkey Kong. Sin él, tal vez no tendríamos a Mario, además de que la presencia de la marca en Norteamérica podría ser muy distinta. 

Pese a la relevancia del apasionado de las bananas, llevamos 11 años sin un nuevo Donkey Kong, y eso cambiará pronto con el estreno de Bananza. La pregunta es ¿este lanzamiento demuestra que DK merece mucha más atención? ¿O será mejor que quede relegado a un segundo plano? 

Ya lo jugamos y hay mucho que decir. Sigamos sin rodeos.

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Un arenero lleno de sorpresas

Voy a ir al grano: lo especial de Donkey Kong Bananzaes que sus mecánicas crean un bucle de juego que te toma y hace que olvides lo demás. Me alejo de usar adjetivos como “enganchante” o “adictivo” —este último me parece odiosopor la sencilla razón de que nunca me pidió más de lo que estaba dispuesto a darle. 

Es decir, no es como que en el trabajo estuviera constantemente pensando en él o que mis sesiones de juego se extendieran con el clásico “una banana más y ya”. Me atrapó de una forma diferente, una en la que el tiempo dejaba de existir y todo lo que importaba era golpear y saltar; algo similar a esa sensación de la infancia de salir a jugar con amigos sin que nadie se diera cuenta de cómo las horas pasaban por estar ocupados con lo único que importa: la diversión. 

Desconozco si el objetivo de Nintendo era entregar esa sensación, pero ahora que lo escribo me cae el 20 de que el diseño de niveles es como un arenero. No en el sentido en el que utilizamos el término “sandbox”, sino en la manera en que funcionan los areneros para niños; piensa en la última vez que viste uno, ¿estaba lleno de construcciones creativas y bien hechas? ¿O más bien con agujeros, pisadas y montañas mal hechas? ¡Exacto! 

Llevamos ya un buen rato con diferentes juegos donde tu forma principal de interactuar con el mundo es construyendo, y Donkey Kong Bananza toma esta fórmula y la gira 180°. El bucle de juego gira en torno a destruir, lo cual es impresionante técnicamente y también impresionantemente divertido. No es un juego donde cada problema tiene mil soluciones; de hecho, muchas veces sólo tiene una: destruir. Sin embargo, tener la oportunidad de destruir a todo lo que se te antoje es emocionante y entretenido. 

Aquí, más que Donkey, somos King Kong con la capacidad de romper casi todo, trepar por un montón de lugares y hacer el caos que se nos antoje. Ése es el gran acierto de Bananza: Donkey Kong se siente como un gorila y aprovecha al máximo todo lo que puede hacer. Más allá de su torpeza y poca agilidad, está diseñado para que sus movimientos aprovechen sus brazos largos y fuerza bruta. Esto entrega una experiencia de juego única que se aleja de lo que vimos en Super Mario Odyssey, pese a que su estructura es la misma y la filosofía de diseño es similar. Tampoco se trata de una simple secuela con skin, sino de una experiencia con las bases para mejorarlas y adaptarlas a nuevas ideas. 

Pero las cosas van más allá, puesto que Donkey Kong Bananza resultó una oportunidad que Nintendo aprovechó para mejorar algunos elementos de Super Mario Odyssey. Una de las críticas hacia la más reciente aventura de Mario es la cantidad de coleccionables y que la mayoría carece de utilidad; encontrabas lunas a diestra y siniestra, pero sólo quienes querían completarlo 100% tenían motivación para conseguirlas todas. Con Donkey Kong Bananza las cosas son diferentes porque cada coleccionable tiene sentido. 

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El objeto más importante son los plátanos, fruta que es equivalente a las lunas de Odyssey o a las estrellas de Super Mario 64, con la gran diferencia de que sirven para mejorar las habilidades de Donkey Kong. Cuando consigues cierto número de bananas obtienes un punto de habilidad que te permite aumentar alguna característica del gorila o de sus transformaciones. 

Además, en tu camino también encuentras fósiles que puedes intercambiar por prendas para Donkey Kong o Pauline. Y si bien hay que reconocer que vestir a Donkey Kong es menos divertido que cambiarle el traje a Mario, existe una diferencia que lo hace mucho más emocionante: cada prenda entrega una ventaja como nadar más rápido, moverse más rápido por el lodo o ser resistente al daño de algunos elementos. Esto funciona porque se trata de mejoras que van más allá de un número en pantalla porque representan diferencias a la hora de jugar. Por supuesto, esto motiva a cambiar de traje en distintas situaciones y a explorar el mundo para encontrar más coleccionables. 

Ahora bien, ningún plataformero puede sobrevivir sin algo esencial: un buen diseño de niveles. ¿Qué tal está el de Bananza? No es lo mejor que han hecho los equipos de Nintendo, pero está muy bien logrado y hace brillar sus conceptos de diseño.  

Cada nivel de Donkey Kong Bananza es un espacio abierto diseñado para que lo explores a tu antojo. Claro que hay obstáculos en el camino y, si quieres progresar, será necesario que aproveches las habilidades de DK al máximo. El bucle del juego te lleva a explorar para que encuentres objetos coleccionables, participes en retos especiales o completes los desafíos necesarios para poder progresar en la historia. Hay un montón de esto en el juego, con momentos emocionantes, niveles nostálgicos y un ritmo fantástico que mantiene tu atención en todo momento. También quiero destacar que, pese a la libertad que ofrece, el juego mantiene la filosofía de 3 pasos que poco a poco te presenta nuevos desafíos antes de volverlos más complejos e interesantes. Esto hace que el juego sea muy entretenido, pero también es un ejemplo de buen diseño de niveles, por lo que los entusiastas del tema estarán felices de analizarlo a profundidad. 

Antes mencioné que la mecánica principal de Donkey Kong Bananza es la destrucción, y por eso resulta curioso que el juego lleve la construcción en el alma. No, en ningún momento se vuelve Minecraft, pero tiene una narrativa que involucra construir vínculos significativos con otras personas y confianza en estas colecciones y en lo que somos capaces de hacer. Ten en cuenta que estamos hablando de un plataformero de Nintendo, así que tampoco esperes una narrativa muy desarrollada; lo que sí se nota es el esfuerzo por decir algo más que “chango salta y consigue banana”. Resulta especial la forma en que se fortalece el vínculo entre Donkey Kong y Pauline con el avance de la aventura. 

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Un plátano cerca de madurar

Ahora bien, que Bananza brille no quiere decir que todo lo que tiene sea oro. Hay algunos elementos que afectan negativamente la experiencia, aunque algunos me parecen inevitables y una simple consecuencia del tipo de juego. 

Lo que quiero decir es que Donkey Kong Bananza tiene problemas de cámara. No son severos, pero cuando estás cavando túneles hay momentos en los que resulta incómodo ubicarte, lo cual puede hacerte fallar en algún salto. Ahora bien, teniendo en cuenta que la tierra cubre toda la pantalla y que es un juego en tercera persona, es difícil saber cómo evitar eso. Lo digo para que estés preparado cuando suceda. 

Por otro lado, las batallas contra jefes carecen de gracia. Es cierto que están diseñadas para ser la prueba final de cada escenario y que demuestres tu dominio sobre las transformaciones Bananza de DK, pero en la práctica distan de serlo. Esto se debe principalmente a que la dificultad es muy baja, así que jugadores experimentados podrán terminarlos sin mucho problema. Es una lástima porque debería ser un examen final y queda únicamente como un paseo por el parque. 

Antes elogié el diseño de niveles de Donkey Kong Bananza porque son escenarios muy divertidos, pero desafortunadamente, son imperfectos. Lo que pasa es que en sus mundos falta ese factor especial que los haga destacar como verdaderas joyas que se quedan para siempre en tu mente y corazón. 

Nintendo es una compañía que a lo largo de las décadas ha sobresalido por crear a personajes memorables y mundos que despiertan la imaginación. En este caso, fallaron. Sí hay personajes entrañables y escenarios preciosos, pero muchos parecen destinados al olvido. 

En el caso de los niveles, llama la atención que algunos están repletos de personalidad con pequeños elementos, pero muchos otros son simplones y grises. Esto sorprende puesto que Odyssey destacó precisamente porque la mayoría de sus niveles estaban llenos de personalidad, y resulta un tanto extraño. 

Tampoco quiero ser demasiado duro. Donkey Kong Bananza es un viaje al centro de la Tierra, así que tiene sentido que muchos de sus personajes y mundos sean rocas, rocas y rocas. No obstante, también me parece una oportunidad perdida para hacer cosas alocadas; vamos, si Nintendo decidió que Donkey Kong puede transformarse en avestruz y que hay una playa a kilómetros debajo de la superficie terrestre, ¿por qué no perder un poco la cabeza con la variedad de personajes no jugables? 

Igual hay algo rescatable y es que, de forma extraña, las piedras que habitan debajo de la Tierra en Bananza tienen algo especial. Su diseño es sencillo, sí; sin embargo, su forma con ojos saltones les da un aire a los NPC de Banjo-Kazooie. ¿Estoy viendo cosas donde no las hay? Es posible, pero me resulta difícil verlo como algo más que un pequeño reconocimiento a Rare por todo lo que hicieron por esta franquicia en la era del SNES y el Nintendo 64. 

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Una enorme razón para querer un Nintendo Switch 2

Cuando reseñé Nintendo Switch 2 mencioné que la consola era una promesa más que una realidad, esto debido principalmente a una alineación de lanzamiento sólida, pero con muy pocas emociones. Con el lanzamiento de Donkey Kong Bananza, la nueva consola empieza a mostrar que es cuestión de tiempo para que tenga un catálogo de juegos variado y entretenido. 

Al final, lo que más me deja marcado de Donkey Kong Bananza es que no se queda satisfecho con ser un excelente juego de plataformas, sino que aprovecha para reconocer toda la historia de este emblemático gorila y las personas que lo hicieron posible. En una reciente entrevista, Kazuya Takahashi, director del juego, dijo que rejugó toda la franquicia cuando se le asignó el proyecto Bananza, y eso se nota. Estamos hablando de un título que entiende lo que ha hecho especial a Donkey Kong durante más de 30 años de historia, no sólo con guiños que apapachan el corazón de los fans, sino con otros que reconocen la importancia de Rare al hacer de Donkey Kong uno de los personajes más importantes de Nintendo. 

Bananza es un plataformero fantástico que brilla con una propuesta diferente que entiende que Donkey Kong debe ser Donkey Kong para poder destacar en el género de plataforma. Con esto, estamos ante una propuesta bien lograda y divertida que te deja con una gran sonrisa. Tiene todo para ser un fantástico nuevo inicio para un icono del gaming que nunca debería ser enjaulado. 

Donkey Kong Bananza llegará a Nintendo Switch 2 el 17 de julio.

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