Uno de los títulos más conocidos de SEGA vuelve para llenar tu pantalla de sangre y pedazos de zom… perdón, mutantes. ¿Valió la pena esperar tanto por otro House of the Dead o la única sensación que deja es el dolor por la artritis causada de tanto apretar el botón B?
El Wii, una plataforma llena de cosas lindas y coloridas y personajes ñoños que disfrutan el sol mientras corren en el pastito disfrazados de abeja o que sirven de esclavos en pueblitos haciendo tareas tediosas y de cochecitos en pistas a las que he dado 1,001 vueltas. Una de mis consolas se ha convertido en báscula. Quiero mucho a mi Wii, pero parecía que se mantendría apagado hasta la llegada de Madworld.
House of the Dead: Overkill llega para restregarle en la cara a la gente que existe un público adulto en Wii, un público que prefiere escenarios oscuros y que disfruta del humor negro. Overkill es un título que no debe tomarse en serio, los diálogos, las escenas y la historia en general carece de seriedad. Uno de los protagonistas (el detective Isaac Washington) dice, cuando menos, tres groserías por oración y por lo menos una escena del juego me hizo voltear para asegurarme de que nadie más estuviera viendo.
Además de lo ofensivo, ridículo y absurdo, es bastante entretenido; el detective Isaac Washington y el Agente G están unidos por razones inexplicables y buscan al criminal Papa Caesar que podría estar conectado con la repentina aparición de mutantes en la ciudad. La historia está presentada por medio de escenas que emulan una vieja película de terror de bajo presupuesto, pero lo suficientemente interesantes como para seguirlo jugando.