¿Un patinador de cristal?, ¿qué tiene de especial?, ¿que se rompe? Eso fue lo que pensé cuando, a finales de 2022, vi el especial de fin de año de Devolver Digital. Siendo honesto, junto a Cult of the Lamb y Anger Foot, Skate Story no me pareció gran cosa… y agradezco haber estado tan equivocado. Hoy puedo decir que estamos ante un juegazo, capaz de seducirte y arrastrarte a su locura.
De filósofos y ollies
Skate Story gira en torno a un demonio hecho de vidrio y dolor al que el Diablo le dio una patineta junto con un trato bastante simple: si logra patinar hasta la Luna y tragársela, lo dejará libre, pero como sabemos hacer tratos con el Diablo no suele resultar muy bien.
La historia ocurre en el Inframundo, donde el Skater tiene que patinar y grindear entre las cenizas y el humo de The Emptylands para poder devorar la luna. En el camino se topa con varias almas torturadas que necesitan que las salven mientras atraviesa las 9 capas del infierno.
No hay actuación de voces: todo lo que sabes de la historia llega a través de diálogos en pantalla y poemas que aparecen al final de cada capítulo, lo que para jugadores impacientes como yo puede resultar frustrante. A esto se suma que el juego utiliza un lenguaje distante, con palabras poco habituales como “penitente” o “calzas”, que se sienten ajenas y elevadas. Todo está impregnado de simbolismos: ojos que no dejan de observarte, círculos del infierno, ríos de almas. Sin embargo, poco a poco todo empieza a tomar forma, a cobrar sentido sin necesidad de explicaciones directas.
El Skater no es un ser de reflexiones profundas o motivaciones heróicas, es solo una víctima de las circunstancias instrumentalizado por un ente más poderoso que lo usa a su conveniencia, pero que anhela libertad aunque no parece ser capaz de expresarlo. En un mundo construido sobre la miseria y el dolor, la esperanza aparece apenas como un chiste sin gracia.

Las patinetas son del Diablo
El gameplay se centra en las mecánicas esenciales del skateboarding y pone énfasis en el movimiento fluido, la exploración y la ejecución de trucos, así que debes hacer ollies, kickflips y grinds a través de The Emptylands mientras enfrentas distintos obstáculos y enemigos.
El esquema de control del juego está diseñado para ofrecer una experiencia de skate realista e intuitiva, y permitir ejecutar una amplia variedad de trucos y maniobras. Si has jugado otros títulos de skate recientemente tal vez te cueste reeducar a tus dedos, por lo que es recomendable practicar en las zonas abiertas antes de comenzar una misión.
La mayoría de los 9 capítulos suelen dividirse en 3 secciones: un área abierta, un camino y una pelea contra jefes, aunque para los capítulos finales se omiten las áreas abiertas por experiencias más contemplativas.
Dentro de las áreas abiertas encuentras a distintos personajes los cuales, te orientan en lo que puedes hacer en la sección, que por lo regular es aprender un truco nuevo que sirve para obtener algo dentro del mapa y actúa como llave para pasar a la siguiente sección. Por ejemplo, para tramitar un permiso necesitas recolectar letras de una palabra que obtienes haciendo distintos trucos.
Dentro de las áreas abiertas también existe una tienda de regalos donde puedes comprar objetos para tu misión pero también tablas, stickers y accesorios para tu patineta. La moneda para comprar es vendiendo parte de tu alma, y para adquirir más alma basta con hacer continuamente trucos dentro de las áreas abiertas o completando misiones.
Una vez que completaste tus tareas dentro del área abierta se abre una puerta que te lleva a un camino que suele ser en línea recta en el cual debes sortear obstáculos para llegar a un portal que te llevará a otra sección similar pero con obstáculos distintos, en ocasiones estos te obligan a cruzar cierta cantidad de checkpoints para abrir el portal, en otras ocasiones tienes un limite de tiempo para llegar al final del camino y otras más te exigen una cierta cantidad de puntos de alma que obtienes haciendo trucos durante el trayecto.

Las batallas contra jefes ocurren después de cruzar los portales. Las primeras, por ejemplo, son distintas lunas a las que hay que devorar; para lograrlo debemos clavarles combos que consisten en hacer una serie de trucos consecutivos con un movimiento final al aterrizar. Para que un combo sea efectivo los trucos que realicemos deben ser variados y con poco espacio entre ellos. Si perdemos el control y nos golpeamos contra algo o clavamos el combo fuera del área de daño lo habremos desperdiciado.
Los jefes a su vez se mantienen en constante movimiento lanzando algunos ataques para dañarnos como rayos, pero también hay otros que nos desorientan con ráfagas de viento; pero el verdadero enemigo a vencer es el tiempo, pues es limitado lo que hace que la batallas sean intensas y estresantes pero sumamente satisfactorias.
…en clarísima referencia a prácticas satánicas
Si bien podemos decir que en mecánicas e historia estamos ante un producto sólido, lo que realmente eleva al juego a algo único y memorable es su presentación, la dirección artística es soberbia jugando en todo momento con el contraste y la aberración cromática que se distorsiona según avanza la historia. A veces nos presenta ambientes hermosos y etéreos donde contemplamos las estrellas y el infinito mientras que en otros momentos todo se vuelve borroso y putrefacto. Sumado a esto tenemos la música de Blood Cultures que haciendo gala de su pop experimental suman al juego una densa carga de tensión, desolación, euforia y hasta ternura. Es uno de los mejores soundtracks que he escuchado en años.
Pero la cereza en el pastel fueron los guiños a Neon Genesis Evangelion que me explotaron la cabeza y que en mi experiencia le dieron cohesión a la experiencia completa, Skate Story es una tragedia, un ciclo que se repite con la esperanza puesta en una variable que logre detenerlo y acabar con el dolor.

Si tuviera una queja sobre el juego es que no cuenta con una guía accesible en pantalla para recordar cómo hacer cierto truco. Lo que hace que en algunas misiones pierdas mucho tiempo tratando de averiguarlo y tener que comenzar de nuevo.
Por otro lado en la comunicación del juego se hablaba de las modificaciones a tu patineta cómo cambiar las llantas, la tabla o los trucks producirían distintas sensaciones de control algo que personalmente nunca percibí. Así que parece simplemente un apartado decorativo.
Skate Story no se juega, se siente: cada truco es un grito de libertad y cada caída un recordatorio del dolor que lo atraviesa. Con su estética hipnótica y su atmósfera cargada de simbolismo, convierte el skate en un ritual oscuro y fascinante. Más allá de algunos detalles menores, lo que queda es una experiencia brutalmente inmersiva, capaz de marcarte como pocas.