Reseña
Me gusta el género de hack
n slash. Botonear a lo loco, matar monstruos y avanzar de nivel, es un
arte que está clínicamente muerto, pero no es nada que no pueda hacer una mujer que trae un
par de trapitos cubriendo esas partes que tu mamá no quiere que veas antes de
casarte. Si Ayumi deja de lado la armadura, un pedazo de metal hecho
para los débiles y los quejumbrosos, no necesita ropa.
El párrafo anterior debería de
ser suficiente para que la mayoría del grupo demográfico masculino entre los 13
y los 25 años, por lo menos los que no salen mucho que digamos, estén listos
para ir corriendo, comprarlo, y seguramente, amarlo. La realidad es que X
Blades sufre de varios problemas, pero primero ¿qué es X Blades?
Todo comienza cuando Ayumi decide entrar a una tienda y casualmente, se topa
con la mitad del artefacto que le falta (la otra, obvio, está en su bolsillo);
cuando las une, algo oscuro y terrible sucede. Ahora Ayumi no sólo anda por el
mundo medio desnuda, también tiene una maldición encima y tiene que buscar la
forma de deshacerse de ella.
Al parecer, la forma es
golpear a decenas de enemigos que la atacan sin cesar, entonces en el juego
correrás perseguido por todos los enemigos que haya en un nivel, pues lo único
que quieren es matarte y golpearte. Todos al mismo tiempo. Imagino que así se
siente cuando se te cae el jabón en la cárcel. El caso es que tus adversarios
no son exactamente inteligentes y su estrategia es correr hacia ti y hacerte
daño, nada más.
Sí, la Inteligencia Artificial
es inexistente, pero eso no es necesariamente malo en un juego de este tipo.
Gráficamente, X Blades no es malo, aunque cuando la pantalla tiene
varios enemigos en el PS3, el frame rate se va de huelga y en el 360 falla un
poco, y a pesar de que toda la arquitectura del juego se ve bien, es necesario
cargar constantemente. La variedad de enemigos es muy poca y los movimientos también;
hay muchos poderes, pero sólo puedes tener cargados cuatro a la vez, así que a media
pelea tienes que cambiar el botón en el que los tienes cargados para aprovechar
la debilidad de algún contrario al que te encuentres.