En el marco de un clima de incertidumbre bursátil y ante la posibilidad de una crisis económica mundial, las principales distribuidoras y productoras en la industria de los videojuegos sufrieron las consecuencias, viendo el precio de sus acciones disminuir un promedio de 4.5%.
Esto significa que un buen número de los inversionistas con participación en dichas empresas decidieron vender sus acciones, depreciando su valor. Pero el fenómeno tiene múltiples y complejas aristas vinculadas a la posible quiebra del estado griego que, por consecuencia, está arrastrando a Europa y al resto del globo, sin olvidar la precaria situación que ya se vivía en Estados Unidos de antemano.
Dicho lo anterior, el máximo perdedor fue THQ, con una baja de 8.8% en el valor de sus activos; seguido por Take-Two y Electronic Arts, con 5%, luego viene Activision, con 3% y finalmente, Ubisoft, con sólo 1.5%. Por su parte, las acciones de Nintendo en la bolsa de valores de Tokio también cayeron un 0.92%.
Vale subrayar que Electronic Arts y Activision tienen en puerta tanto a Battlefield 3 como a Call of Duty: Modern Warfare 3, respectivamente. Ambos juegos probablemente sean un enorme éxito en ventas, pero aun así, los hombres de negocios prefirieron deslindarse, lo que refleja el grado de pánico que se vive en estos momentos.
Cotizar en la bolsa de valores implica dividir una parte de la empresa en pequeños pedazos que se venden al público, a estos pedazos se les conoce como acciones. Así, una compañía como EA o Activision puede capitalizarse sin pedir multimillonarios préstamos bancarios agravados con intereses. El problema es que, cuando los negociantes anticipan problemas, comienzan a deshacerse de sus acciones, abaratándolas y con ello a la empresa entera.
presa entera.
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