Final Fantasy: Distant Worlds - 25 años de identidad musical

El talento de Nobuo Uematsu dio vida a la saga más memorable del JRPG


Cuando jugué la primera entrega de Final Fantasy tenía 8 años de edad. En ese entonces no entendía ni pizca de inglés, de ahí que mi comprensión de la trama fuera casi nula, sin embargo, detrás de los carismáticos pixeles que ilustraban a los 4 Héroes de la Luz, en el corazón del que fue mi primer RPG, había algo que me impulsaba a jugar y que se quedó impregnado en mi memoria, resonando con nostalgia: la música que compuso Nobuo Uematsu. La maestría de este genio fue madurando con el paso de los años, al compás de la sofisticación de las técnicas narrativas y de diseño de Hironobu Sakaguchi, pero mientras las riendas de la franquicia cambiaron de manos en reiteradas ocasiones, cada entrega estuvo envuelta con la identidad musical del mismo compositor, quien en los inicios de su carrera soñaba con ser estrella de rock y gracias a Final Fantasy, lo consiguió (de cierta manera).

Uematsu pertenece a una generación de leyendas que se caracterizaron por crear piezas memorables con pocos recursos. Es bien sabido que durante la era del NES, los ingenieros de audio lograron sintetizar algunos tonos para replicar de manera rudimentaria los sonidos del mundo real; el resultado enriqueció la oferta auditiva de los videojuegos pero, al final, seguía siendo música en 8 bits. Que en la actualidad rindamos tributo a esa condición técnica, transformada a lo que conocemos como chiptunes, no significa que en aquella década fuera fácil simplificar una composición sinfónica en un puñado de acordes electrónicos. Basta recordar que el legendario Koichi Sugiyama escribió toda la música de Dragon Quest para ser interpretada por una sinfónica y aunque al transferirla a un cartucho la dejó desnuda de su sofisticada instrumentación, el mérito está en conservar la esencia. Algunos de sus contemporáneos, como Koji Kondo, facilitaron la tarea al modificar directamente la secuencia de sonidos, sin embargo, su trabajo tuvo el mismo efecto y para evidencia están las bandas sonoras de Mario Bros. y The Legend of Zelda entre las consideradas icónicas en el medio.

Desafortunadamente, en años recientes, sobre todo desde que comenzaron a sobrevalorarse los gráficos, la ambientación sonora se relegó. Es cierto que la instrumentación es cada vez más sofisticada y que la composición se equipara en matices con las grandes producciones hollywoodenses, pero la música que acompaña a la mayoría de los videojuegos es sólo eso, un compañero que adereza de manera muy somera la experiencia de juego. Por ejemplo, daría lo mismo escuchar el fondo musical de Modern Warfare 2 que el de Crysis 3, pues a su enfoque únicamente le basta una pizca de tesituras poderosas, con tintes dramáticos y un tempo rápido para complementar la ambientación. No es una regla y sería injusto decir que todas las propuestas están musicalizadas con piezas genéricas e intercambiables, no obstante, es una tendencia que cobra fuerza. Por supuesto, hay excepciones y una ejemplar es Final Fantasy.

Nobuo Uematsu ha expresado varias veces su interés de llevar sus conciertos de Black Mages a otras regiones del mundo, fuera de Japón
Nobuo Uematsu ha expresado varias veces su interés de llevar sus conciertos de Black Mages a otras regiones del mundo, fuera de Japón

La identidad musical de un juego no radica en el número de instrumentos ni en los matices de la composición, tampoco en la originalidad del autor, sino en que las melodías y los sonidos se apeguen e impregnen de carácter elementos clave de la experiencia, aún cuando sean menos efímeros que la muerte del protagonista. Una vez más, el célebre fontanero italiano de Nintendo tiene un ejemplo ideal: cada vez que escuchamos la rítmica tonada de su deceso, es un recordatorio de que estamos fallando. Y es que, a diferencia de la cinematografía, en la que debemos ser pacientes espectadores, los videojuegos demandan interacción. Claro, si en una película como Star Wars o The Lord of the Rings cada situación tiene su propio tema musical, cuanto más en un videojuego en el que somos parte integral de los sucesos. De hecho, ese fue el acierto de Uematsu al construir las partituras de cada iteración de la saga, pues imprimió personalidad a la ambientación de todas las secuencias narrativas y de los momentos en que un personaje acapara los reflectores e incluso pautó un ritmo para cada tipo de batalla. En Final Fantasy VI es especialmente notorio con el tema Celes, que llega a su clímax cuando se interpreta Aria di Mezzo Carattere en la ópera de Maria y Draco. Si bien no todo en la trayectoria de Final Fantasy tiene su leitmotiv, sí lo más representativo, de ahí que la producción musical sea monumental. Para armar una recopilación adecuada se requeriría más de una docena de discos y con todo, se dejarían a un lado cientos de horas de material; así de extensa es la obra de Uematsu.

Resumir tanto esfuerzo debería considerarse un error fatal, a menos de que se trate de un tributo y sea obra del propio autor. Esto es lo que se logró con Final Fantasy: Distant Worlds, un concepto de conciertos que, desde 2007, está en gira mundial y que finalmente, llegó a México. Esta producción musical es resultado de la colaboración entre Uematsu y Arnie Roth, un galardonado director sinfónico cuyas composiciones lo llevaron a ganar un Grammy. En fechas recientes Uematsu ha sido parte activa de la adaptación a orquesta de sus propias melodías, pero fue Roth quien edificó los cimientos del proyecto. Cuenta la anécdota que Roth nunca ha sido aficionado a los videojuegos, pero siempre apreció su música, en particular gracias a un colega que en 2002 lo invitó a un concierto de Final Fantasy en el marco de E3; la presentación fue muy exitosa y la ejecución, simplemente magistral, en palabras de Roth. Convencido de que ese fenómeno podía repetirse a gran escala, organizó el concierto Dear Friends, en el que sólo se tocó música de Final Fantasy. Dado que su experimento rindió frutos y los boletos se agotaron, decidió llevarlo al siguiente nivel y contactó directamente a Uematsu. El resto es historia; desde entonces, Distant Worlds lleva a los fans arreglos sinfónicos de las piezas más memorables de la saga.

La gira de conciertos de Final Fantasy: Distant Worlds promete regresar a México muy pronto
La gira de conciertos de Final Fantasy: Distant Worlds promete regresar a México muy pronto

Pero la magia de Distant Worlds es más profunda que una simple remasterización sinfónica, pues uno de los requerimientos de Uematsu es que la esencia de su trabajo original se conserve intacta, es decir, a pesar de los arreglos, el incremento de matices y las mejoras de instrumentación, el ritmo es exactamente el mismo. Prácticamente, es como si elaborara la banda sonora actual de un juego de la más reciente generación y al mismo tiempo, se rindiera tributo a las primeras eras del entretenimiento interactivo. Roth dice que, a diferencia de otros conciertos basados en videojuegos, el que creó con Uematsu respeta la música original, sin variaciones extravagantes ni popurrís: “La intención es honrar a la audiencia, que recuerden con nostalgia lo que vivieron durante decenas de horas al jugar Final Fantasy”, y agrega: “hay un vínculo emocional que se forja en la batalla y durante la metamorfosis de los protagonistas durante toda la aventura.” Sin duda, la evidencia más contundente reside en el tema Aeris, tan importante en Final Fantasy VII que cuando se interpreta en concierto, algunos espectadores incluso derraman lágrimas. “Cuando generas esa reacción tan intensa, sabes que tu trabajo trascendió.”, finaliza Uematsu, emocionado porque en cada rincón del planeta que visita recibe una calurosa bienvenida y ovaciones que jamás imaginó cuando, a los 26 años, aplicó para un empleo de medio tiempo en Square, aunque tenía poca experiencia formal en el ámbito de la música.

Ahora bien, a pesar de que Nobuo Uematsu es la mayor parte de la identidad musical de Square, no es el único que prestó su personalidad a los juegos de la compañía. Yoko Shimomura se unió a las filas del estudio para prestar su talento en la realización de Kingdom Hearts, reuniendo una colección de estilos para plantear una fórmula única que rindió tributo tanto a las franquicias de Square Enix, como a las de Disney. Que por cierto, dicha saga, que comienza a tener una legión de seguidores casi tan fiel como la de Final Fantasy, fue obra de Shinji Hashimoto, otro de los veteranos de Square Enix y que hoy en día es uno de los que lleva las riendas creativas del estudio. Durante la edición de Distant Worlds que se presentó en México, tuvimos oportunidad de entrevistar a este célebre desarrollador quien contestó un par de preguntas acerca de Kingdom Hearts y el futuro de Final Fantasy.

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