Sospechosos comunes.

Esta película de 1995, ganadora de dos premios Oscar (mejor guión y mejor actor de reparto para Kevin Spacey), dirigida por el ahora muy famoso Bryan Singer, es de esas películas que cargan una reputación maravillosa. Fíjense en las listas que hay en revistas de cine o en top 10's de sitios de internet sobre mejores películas de crimen, o mejores heist movies, o sobre los mejores finales del cine, e invariablemente encontrarán este filme entre los primeros lugares. Ya había leído varias de esas listas antes de al fin encontrarla en un mix up y ponerme a verla hace algunos días. Hoy, en esta ociosa Saturnalia, decidí volver a verla porque la primera vez simplemente no le entendí a ese final tan unánimemente aclamado por los críticos. También porque me gustó mucho la cinematografía, las actuaciones, la edición y los maravillosos diálogos. Si a ti te pasó lo mismo, tal vez tengas contemplado verla. Hazlo.

Es posiblemente la mejor de Bryan Singer, y sin duda es una maestría fílmica en cuanto a técnica (los estudiantes de cine simplemente han de amar cómo se usa la iluminación, de una manera sutil y perfecta, así como la edición hecha al compás de la música, y muchas virtudes técnicas más). El guion, escrito por Christopher McQuarrie, es trepidante y hace decir a sus personajes líneas que son, al mismo tiempo, homenajes a las del cine negro, y nuevas adiciones al mismo. Nunca está de más ver cine que es verdaderamente bueno. Sospechosos comunes no tiene trepidantes escenas de acción CGi, no está basada en un videojuego ni es de superhéroes, no tiene muchas de las cosas que a muchos nos gusta ver en las películas, pero merece ser vista, y comentada, y teorizada. Vela si tienes la oportunidad.

¿De qué se trata? Un barco aparece quemado en un puerto y con varios cadáveres en su interior. La policía tiene en su custodia sólo dos sobrevivientes: un tal Verbal Kint y un húngaro con quemaduras graves. En su búsqueda por esclarecer el misterio, Verbal es interrogado ferozmente por David Kujan, de aduanas. La historia de Verbal empieza desde que lo atraparon a él y a otros cuatro tipos como sospechosos de un atraco a un camión de armas. Ellos, después de un tiempo, se asocian para hacer un golpe más. Desde ahí los acontecimientos se desembocan, pero no describiré más la trama para no arruinarte cualquier tipo de sorpresa.

Aparte de la increíble habilidad fílmica de Singer y de su editor John Ottman (que por cierto también hizo la música de éste y de otros trabajos de Singer, como sus películas de X-Men) y de los diálogos, destacan las actuaciones de todo el cast (con la excepción de Stephen Baldwin como McMannus; entre tanto actor shingón tenía que haber algún negrito en el arroz, y es él) Pete Postlewite aparece ofreciendo un buen desempeño (como siempre para cada vez que sale en un papel secundario, o sea siempre), Benicio Del Toro es hilarante y exagerado, Chaz Palminteri es cabrón en su papel de policía, Gabriel Byrne es... aceptable, y Kevin Pollack es todo lo que se supone que debería ser. Sin embargo, Kevin Spacey es DIOS en esta. Es hipnotizante como con gestos muy sutiles se convierte en su rol, no sólo un actor fingiendo ser alguien más, sino él siendo ese tipo, ese tal Verbal Kint. Lo mejor de todo es que es una actuación que tiene al menos dos capas, y la segunda sólo la puedes apreciar una vez que ya la has terminado de ver... y de qué forma.

Y sobre el final, ¿en verdad es tan bueno? Yo creo que sí. Es la conclusión casi perfecta de una película casi perfecta, y digo casi porque lleva consigo su ración de ilógica que tanto caracteriza a la mayoría de los finales de este tipo.

Pero personalmente no me importan estos errores de lógica. La película se convierte en sí mismo, en su última capa interior, en una reflexión de cómo las películas son engaños que crea el guionista y el director a la audiencia (más o menos de la misma manera en que lo hizo Gone Girl). Ellos nos engañan o buscan engañarnos con los trucos que han aprendido en su profesión o en la escuela de cine. Nos dan información parcial, nos dicen medias mentiras o medias verdades, nos distraen con eventos diseñados especialmente para distraernos, no nos cuentan la verdad completa. ¡Exactamente como magos! ¿O como un criminal que es interrogado?

Kint no nos decía la verdad sobre lo que pasó, nos engañó de la misma manera en que lo hace un guionista o un director de cine, eso es lo que quería decir. Kint improvisó sobre la marcha y creó varias mentiras que apoyaran su otra gran mentira (lo chingón del caso es que engaña al policía Kujan diciéndole EXACTAMENTE lo que quiere escuchar). Pero la revelación final de que su testimonio no es totalmente la verdad fue lo que me causó mucha confusión y extrañeza la primera vez que lo vi. A ver, si Kobayashi no era real, entonces, ¿por qué aparece recogiendo a Kint afuera de la comisaría? ¿Si Keyser Soze es real, entonces, ¿cómo es posible que sea Kint, si él evidentemente es norteamericano, no húngaro? Aún en el caso de que sea húngaro, ¿cómo es que la policía no lo sepa o no lo tenga en cuenta? ¿Nada de lo que se ve en la película es real? ¿Desperdicié media hora de mi vida viendo algo que era al final puras patrañas que un criminal decía para salir de la cárcel?

Después de la segunda vez, finalmente me di cuenta de varias cosas. No es que Kobayashi no existiera, simplemente le cambió el nombre en su testimonio (lo mismo sobre Redfoot). No es que Keyser Soze fuera húngaro, no, no, no. Todo es inventado. Este tipo sabe el poder que tiene la ficción sobre la mente humana. Crea un mito, una leyenda atractiva de creer y todos la creerán, incluso si es algo tan falso como un billete de tres pesos (como bien demuestra el hecho de que el húngaro quemado en el hospital le tenga tanto miedo a este tipo). Debió crear la leyenda y hacerla correr para crear esta reputación de un supercriminal que en realidad no existía. El alcance de su genio me deja atónito. Y de su paciencia también, pues debieron pasar años antes de que la historia que el creó penetrara en el inconsciente colectivo de los hampones y narcotraficantes no de un sólo país, sino de varios. La forma exacta en que lo hizo no es especificada por la película, pero uno como espectador puede imaginarlo o por lo menos suponerlo. Y no, no son sólo patrañas lo que se a lo largo del metraje de 104 minutos, sino una cuidadosa y bien elaborada combinación de hechos reales y mentiras. ¿Qué es verdad y qué es mentira? Es tarea del espectador deducirlo, aunque no nada difícil. A mí me tomó dos vista, y seguramente hay muchísima gente que se dio cuenta de todo desde la primera.

Sí, fallos de lógica, lo sé. El más grave quizá sea lo de la incapacidad de su pierna y su mano. ¿En verdad nos tragaremos el hecho de que este tipo la fingía 24/7? ¿Por qué los polis no sabían que era falsa, teniendo acceso a información como sus registros médicos? ¿Por qué Kint nunca mandó a nadie a matar al sobreviviente Arkosh Kovash antes de que él pudiera darles a la policía el retrato hablado? Bien pudo hacerlo alguno de sus secuaces. Y sobre todo, ¿por qué este dios criminal, este tipo cuyo poder nace del que nadie sepa que existe a ciencia cierta, se arriesga a trabajar "en el campo"? ¿No pudo simplemente mandar a uno de sus peones a hacer lo que él hizo? Cuando inventaba sus historias, ¿por qué las hacía a partir de algo tan obvio como los recortes que tenía a la vista? ¿No tenía miedo de que así descubrieran que no estaba diciendo la verdad?

Pero, como decía, el producto final es tan bueno y efectivo que poco importan estas cuestiones. Paz y alegría en este año nuevo. Y recuerda: