No sería descabellado decir que los juegos de ritmo y Rock Band con su enorme biblioteca de contenido descargable han sido un fenómeno dentro de los juegos de video: acercaron a una gran cantidad de jugadores casuales a las consolas y plantearon un debate interesante sobre las posibilidades de los periféricos, que eventualmente llevaron a la desconfianza del consumidor en cuanto a estos. Sin embargo, esto ocurrió sólo en Occidente, pues en Japón la franquicia nunca pudo concretar un éxito mínimo.
Durante el Tokyo Game Show, el director general de Harmonix, Alex Rigopulos, citó las causas de que Rock Band Japan fuera abandonado como proyecto. Lo primero son las dificultades para obtener licencias de música japonesa. Aparentemente los escollos legales son un problema, comparado con otros países. Es por eso mismo que no tenemos DLC de J-pop en el continente americano, lo cuál había sido anunciado en algún punto.
Otro motivo de orden sociológico es que los japoneses tienen menos espacio disponible en sus casas, por lo que colocar una batería y tener dos o tres personas de pie en una sala de estar es casi impensable. Aunado a esto, los japoneses al parecer no pueden hacer tanto ruido al interior de sus casas, al menos en zonas urbanas. Esto mata toda la idea detrás de una "fiesta de Rock Band".
Por otro lado, comenta Rigopulos, "fabricar y mandar cientos de miles de periféricos plásticos a una isla" era todo un problema para Harmonix. Al parecer nada de esto se resolvió apropiadamente con una posible versión arcade del juego (aunque el origen de los juegos de ritmo a principios de la década pasada se remonta precisamente a los arcade, muy populares por lo demás en el País del Sol Naciente).
De nuevo sobresale lo diferentes que son los mercados americanos y japoneses en cuanto a gustos y posibilidades; diferencias contra las que las compañías, esquemas de venta y licencias de producto pocas veces pueden lidiar.
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