Los videojuegos han tenido muchos detractores a lo largo de su historia, pero ninguno como el abogado John Bruce Thompson. A finales de los años 90, este señor protagonizó una polémica que marcó a toda la industria y que dio pie a una de las campañas más grandes en contra del entretenimiento interactivo.
A lo largo de una década, este abogado hizo de todo para descalificar a los videojuegos, a sus fans, a los desarrolladores, a las compañías e incluso a la prensa. Fue un provocador en toda la extensión de la palabra y se ganó su reputación a partir de escándalos, polémicas y apariciones públicas muy controvertidas. Por supuesto, esto le costó el rechazó de la industria y, posteriormente, el de las autoridades y el de su propio gremio. A continuación, te contamos la historia del abogado que intentó destruir los videojuegos y arruinó su carrera.
Video relacionado: La culpa nunca es de los videojuegos
1997, un año decisivo para los videojuegos
Muchos recordamos 1997 con especial cariño, pues fue el mejor año para los videojuegos de aquella década. Final Fantasy VII, Castlevania: Symphony of the Night, GoldenEye 007, Age of Empires y muchos otros juegos excelentes debutaron y dejaron un legado indiscutible para la industria. Curiosamente, Jack Thompson inició ese mismo año su cruzada contra los videojuegos.
Su historia como abogado se remonta a 1976, cuando se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos. En sus primeros años litigó en casos de negligencia médica en Florida, pero fue precisamente a finales de 1997 cuando su carrera dio un giro con su primera demanda relacionada con la industria. En ella alertó a las autoridades y a la sociedad sobre los riesgos de jugar títulos como DOOM, Quake y Resident Evil, entre otros juegos muy populares.
Su principal argumento fue que los videojuegos eran “simuladores de asesinatos” y que incentivaban a los jóvenes a cometer todo tipo de crímenes. Bajo el lema “Los videojuegos me obligaron a hacerlo”, aseguraba que los jugadores no tenían un concepto de la realidad y la ficción y por eso no podía distinguir sus diferencias. Además, afirmaba que los juegos violentos eran una especie de escuela para aprender a usar armas. Su razonamiento convenció a algunos, pero esa primera demanda llegó en un contexto que le ayudó a ganar relevancia y, sobre todo, adeptos: el tiroteo en la secundaria Heath, donde un menor disparó contra varios de sus compañeros.
El abogado representó a las familias de las víctimas y culpó a los videojuegos por lo sucedido. Afirmó que títulos como DOOM habían desdibujado “la línea entre la realidad y la fantasía” en la mente del pequeño. Con esas bases, el abogado levantó cargos por negligencia contra varias desarrolladoras y distribuidoras. Las acusó de exponer a un menor a violencia mediática y les exigió un pago de $130 MDD por daños. Al final, la demanda fue desestimada porque las autoridades rechazaron sus argumentos.
Ese primer fracaso le sirvió para darse cuenta de que estaba parado sobre una posible mina de oro. A partir de entonces, Thompson se autoproclamó un activista en contra de los videojuegos y no paró de estigmatizarlos, ya fuera en la corte o en la televisión. Pronto se convirtió en el representante de todos lo que estaban en contra de esta forma de entretenimiento y fue el protagonista de los conflictos legales más escandalosos de la industria.
Con el paso de los años, Thompson radicalizó sus ideas y dejó en evidencia su verdadero propósito: convertir a los videojuegos en carne de cañón para ganar dinero y prestigio en su gremio. A su paso, manipuló y moldeó la opinión pública por medio de declaraciones exageradas y mentiras. Así perpetuó el estigma de que los juegos incitan a la violencia, idea que prevalece en la actualidad.
Una batalla sin tregua contra los videojuegos
Thompson supo estar en el momento justo y en el lugar adecuado para formar su reputación. Poco a poco, ganó relevancia en los principales canales de televisión de Estados Unidos, que le sirvieron como una cámara de eco para propagar su rechazo hacia los videojuegos. Sus debates y apariciones en los tribunales son recordados por su papel de provocador, siempre dispuesto a repetir su discurso hasta el cansancio, incluso sin argumentos consistentes.
El abogado se ganó su fama gracias a varios casos que pasaron a la historia. El más famoso es el de Grand Theft Auto: San Andreas y su infame mod Hot Coffee, un minijuego sexual que fue un dolor de cabeza para Rockstar y Take-Two. Thompson tomó la oportunidad para demonizar el juego, a las compañías y a sus directivos. También mandó una carta a políticos y medios para arremeter contra la Entertainment Software Association (ESA) y Doug Lowenstein, su fundador y entonces director. Culpó al organismo de manejar mal la situación y magnificó el problema a nuevas alturas. Al final, GTA: San Andreas fue reclasificado, prohibido en algunas regiones y sus desarrolladores perdieron cerca de $50 MDD.
"Si la ESA quiere como presidente a un matón que satanice a los críticos de los excesos criminales y fraudulentos de su industria, ganándose así su ira y su determinación, entonces, por todos los medios, mantenga al Sr. Lowenstein al mando", afirmó Thompson con un tono alarmista que se convirtió en su sello personal.
El abogado se volvió una pesadilla para Rockstar, pues también señaló a Grand Theft Auto: Vice City y posteriores entregas de la saga por presuntamente ocultar escenas sexuales similares a Hot Coffee. También hizo de las suyas con Bully, al que acusó de incentivar la violencia escolar y promover contenido gay. Incluso organizó una protesta fuera de las oficinas de Rockstar y envió una carta a Bill Gates, entonces presidente de Microsoft, para detener el lanzamiento del juego.
“Estimado Sr. Gates. Tiene 54 días para detener el lanzamiento de Bully en Xbox. Proceda en consecuencia”, escribió Thompson al directivo.
Otro juego afectado por su campaña fue The Sims 2, que criticó por supuestamente mostrar desnudez sin ningún tipo de censura. Acusó a Electronic Arts de pervertir a menores y saciar las fantasías de depredadores. Incluso llegó al extremo de afirmar que la compañía cooperaba “alegremente con la comunidad de modders para convertir The Sims 2 en una oferta pornográfica”.
Otro caso fue el de Killer 7, juego de Grasshopper Manufacture y Capcom. El abogado escribió una carta a Patricia Vance, entonces presidenta de la Electronic Software Rating Board (ESRB) para exigir un cambio de clasificación de Mature (M) a Adult Only (AO) porque sus niveles de violencia le resultaron alarmantes tras leer una reseña.
"Si yo fuera usted, sra. Vance, pediría inmediatamente a los fabricantes de este juego y a todos los minoristas, que lo retiraran de las estanterías de las tiendas. Si no lo hace, espere que otros utilicen este último escándalo, al que doy oficialmente el pistoletazo de salida, para pedir el desmantelamiento de la ESRB. El zorro ha vigilado a las gallinas el tiempo suficiente. Killer 7 parece demostrarlo", afirmó el abogado en su tono amenazante.
Te recomendamos: Es hora de dejar de culpar a los videojuegos por la violencia
Otros títulos afectados fueron Manhunt, The Warriors, Halo 3, 25 To Life, Medal of Honor, Playstation All Stars Battle Royale, Mortal Kombat: Armageddon y GTA IV, entre muchos otros. No tiene sentido repasar cada uno de los casos, pues todos se resumen en "los videojuegos son dañinos y deben ser controlados".
Mientras todo esto sucedía, el abogado extendió sus garras a los medios y a sus editores. Solía llamarlos “sitios de Internet a favor de los juegos violentos” y atacaba continuamente a sus redactores. También lanzó criticas constantes contra el presidente de la ESA, a quien describía como alguien “poco educado” e incluso lo llegó a comparar con Hitler. Después de tantas declaraciones polémicas y sin sentido, alguien le tenía que poner un alto a Thompson y su discurso radical sin fundamentos. Para sorpresa de todos, fueron las autoridades quienes lo condenaron.
Video relacionado: ¡Ya basta! ¡Los videojuegos no te hacen violento!
La caída de Thompson
La campaña de Thompson y su mensaje ganaron relevancia por varios motivos, la mayoría de ellos ajenos a los videojuegos. El sector conservador y radical de Estados Unidos lo respaldó, mientras que los medios vieron una muy buena fuente de polémica y, por lo tanto, de audiencia. Por si fuera poco, hubo un incremento importante en la tasa de tiroteos y crímenes de odio en el país. En conjunto, esto le dio razones de sobra para seguir su campaña de desprestigio a diestra y siniestra por varios años.
Sin embargo, la paciencia de muchos se agotó y el discurso del abogado se desgastó en medio de un sinnúmero de declaraciones absurdas y sin respaldo. Con el paso del tiempo, Thompson empezó a ser objeto de burlas y la industria le dio una cucharada de su propia medicina. Los modders lo agregaron como personaje a los juegos que más criticaba y la prensa despotricó contra él en una verdadera defensa de los videojuegos. Por su lado, organismos como la ESA y la ESRB simplemente lo ignoraron.
Uno de los golpes más fuertes para Thompson vino de los desarrolladores independientes. En 2005, escribió una historia y retó a la industria a crear un juego con ella: un padre venga la muerte de su hijo a manos de un videojugador que había “entrenado” con un “simulador de asesinatos” creado por el estudio Take This. Para ello consigue armas y acaba con Paula Eibel, directora de la compañía. Como es evidente, Thompson se refería a GTA y a Paul Ebeler, entonces director ejecutivo de Take-Two Interactive.
Prometió que si alguien hacía el juego y lo distribuía, donaría $10,000 USD a la caridad que Ebeler eligiera. Para su sorpresa, un grupo de modders le tomó la palabra para dejarlo en ridículo y crearon Defamation of Character, popular mod para Grand Theft Auto: San Andreas, donde Thompson se convierte en Banman, un mercenario caricaturizado.
“Utilizando su arsenal personal del tamaño de Schwarzenegger y su confiable Bannedwagon, Banman lucha contra las tácticas sucias de la malvada industria de los videojuegos. Desde destruir camiones para asegurarse de que los niños estén a salvo de los juegos violentos (…) ¿Podrá Jack salvar a la juventud de EUA y al mismo tiempo defenderse de las maquinaciones maníacas de Doug Lowenstein y el poder combinado de la ESA, los piratas informáticos y Electronic Arts, todo mientras llega a tiempo a su conferencia de prensa?”, dice la descripción del mod.
Por la misma razón, un grupo de desarrolladores se unieron bajo el nombre Thompsonsoft y crearon I'm O.K – A Murder Simulator, una especie de run and gun lleno de parodias y que sigue al pie de la letra la historia que propuso el abogado.
Al final, Thompson rompió su palabra y no hizo la donación que había prometido. Se escudó en que su reto era una simple sátira sobre la industria y sus vicios. Fue entonces cuando recibió una estocada de Mike Krahulik y Jerry Holkins, dueños del sitio Penny Arcade quienes donaron $10,000 USD y enviaron un claro mensaje al abogado.
"¿Sabes qué, Jack? Vamos a ser los hombres que tú no eres. Dijiste que tus insultantes e ilusorios $10,000 USD irían a la organización benéfica que eligiera Paul Eibeler. Suponemos que dirigirá tu inexistente generosidad a la Fundación de la ESA, un organismo que ha recaudado más de $6.7 MDD en los últimos 8 años. Acabamos de hacer la donación que tú nunca harías, y que nunca quisiste hacer: $10,000 USD. Y lo hicimos a tu nombre", afirmaron los entusiastas de los videojuegos en un comunicado.
Su campaña contra el entretenimiento le salió cara después de casos llenos de amenazas, insultos y todo tipo de ataques. En 2007, Thompson fue inhabilitado de forma permanente como abogado y la Corte Suprema de Florida lo multó. Posteriormente, fue acusado de 31 cargos; entre ellos, mentir ante los tribunales, acoso y faltas a la moral por conductas inapropiadas. Thompson perdió relevancia rápidamente y su reputación quedó totalmente en la ruina. Intentó revivir su carrera con críticas hacia Valve y Facebook, pero nada le funcionó. A partir de ese año, desapareció de los medios, los tribunales y poco más se supo de él.
"Disfruté ser el centro de atención. (...) El plan era inhabilitarme para que no fuera relevante, y eso sucedió"
Durante una entrevista que le realizaron el año pasado, aceptó que la situación se le salió de control por toda la fama que obtuvo. También confesó que perder su carrera fue algo muy complicado. Sin embargo, dejó claro que no ha cambiado su postura respecto a los videojuegos.
“Disfruté ser el centro de atención. Todos somos egocéntricos hasta cierto punto. Estar en las noticias por cable, hacer 60 Minutes, estar en Opera... es divertido (…) El plan era inhabilitarme para que no fuera relevante, y eso sucedió en general. Fue una experiencia terrible... Puedes ser un delincuente en Florida y obtener tu licencia de abogado, pero no puedes ser Jack Thompson y recuperarla”, comentó con ironía.
Los videojuegos han crecido a pasos agigantados desde 1997 y se han convertido en una de las industrias del entretenimiento más sólidas. Por otro lado, no han logrado liberarse de la sombra de Thompson, que parece proyectarse cada vez que un político o medio los utiliza como chivos expiatorios para hablar sobre crímenes y sus causas.
¿Qué te pareció el caso de Thompson? ¿Qué otra figura controversial de la industria conoces? Cuéntanos en los comentarios.
Video relacionado: Deathmatch: AMLO vs. “Los Nintendos"!
Editorial: Gaming / Facebook / Twitter / YouTube / Instagram / Noticias / Discord /Telegram / Google News
Comentarios
Mejores
Nuevos